viernes, 15 de junio de 2012

No. 6 Vol 5 Capítulo 1

Urg, por fin, que largo se me ha hecho este capítulo, espero que el próximo tenga algo más de emoción o acabaré por aniquilar a alguien xD



No… puedo ver… no… te… acerques…

Capítulo 1
Una plegaria por él

¡Es entonces cuando el hado
puede hacerme feliz o desdichado!
-El Mercader de Venecia Acto II Escena I


Shion.

Intentó llamarle. Pero lo le salía la voz. Su lengua no se movía. Los brazos y las piernas le pesaban como si los tuviese atados, y no pudiese soltarse. Sion no se dio la vuelta. Su espalda, cubierta por una camisa blanca, se alejaba cada vez más. A su alrededor solo había oscuridad. Una oscuridad negra como la tinta. No había ni el más mínimo rayo de luz.

Sion, espera. No puedes ir.

Date la vuelta. Vuelve a casa. No sigas avanzando.

La oscuridad cambió. Crecía y avanzaba como si estuviese viva, tragándose la espalda blanca por completo.

¡Sion!

Gritó. El terror se convirtió en un dolor insoportable que le recorría todo el cuerpo. Intentó entrar en la oscuridad detrás de Sion, pero su cuerpo seguía sin moverse. No podía avanzar ni un solo paso.

Que alguien – que alguien me ayude. Detenedlo.

“Karan.”

“¡Señora!

Escuchaba unas voces. Alguien la estaba cogiendo de la mano. La sacudieron levemente.

“¡Despierta!”

Las voces eran fuertes. La oscuridad se apartó de sus ojos, y pasó a ser una neblina oscura.

Oh – os oigo. Os oigo.

Karan abrió los ojos. Veía borroso, como si tuviese un velo delante de los ojos. Dos caras borrosas – una de un hombre moreno y otra de una chica – la observaban. Pero eran efímeras. Tenía la sensación de que, si pestañeaba, desparecerían.

Olía pan. Rollitos de mantequilla, de los que llevaban mucha mantequilla en la masa. Cuando atardecía, los habitantes de Lost Town iban a la panadería de Karan a comprar un pan delicioso a buen precio: los trabajadores después de un largo día de trabajo; estudiantes hambrientos; niños con unas cuantas monedas apretadas en la mano – para aquellos clientes que no tenían mucho dinero, había preparado el horno para que terminase a las cinco en punto. Parecía que el horno, aunque antiguo, funcionaba bien – la docena de rollos de mantequilla estaban hechos.

Para Karan, el aroma de cocer pan era el aroma de la vida misma. Aquel olor tan sabroso, muy familiar para Karan, la devolvió con fuerza al mundo real.

El velo había desaparecido. Veía las dos caras con claridad.

“Lili… Yoming…”

“Ya has vuelto en ti,” Yoming suspiró aliviado. Gracias a Dios, pudo leerse en sus labios. “¿Puedes levantarte? No tienes que sobre esforzarte.”

“Sí – estoy… estoy bien.”

Yoming la sujeto mientras se incorporaba. Estaba tumbada en un sofá viejo en una esquina de la tienda.

“He… perdido la consciencia…”

“Sí,” dijo Yoming. “Estabas detrás del mostrados y te has caído redonda al suelo. Me has asustado. Aún tengo el corazón a cien por hora.”

Yoming sonrió con alivio. Karan intentó sonreírle, pero tenía las mejillas rígidas, y no se movían como ella quería.

“¡Señora!” Lili se tiró encima de Karan y se le agarró al cuello. Le brillaban los ojos por las lágrimas. “Estás bien, ¿verdad? ¿Estás bien ya?”

Lili apretó la mejilla contra el cuello de Karan. Estaba húmeda. Los brazos que tenía alrededor del cuello estaban temblando. Las lágrimas de la niña eran cálidas. Casi calientes. Normalmente, abrazaría a la niña con suavidad, pero no podía mover los brazos. Todavía le pesaban y tenía la sensación de estar agarrándose en el suelo.

Sion.

Quería estirarse del pelo. Sentía que iba a volverse loca. ¿Y si Sion se dirigía en aquel momento a un sitio donde no podía alcanzarle? ¿Y si estaba descendiendo a las profundidades del infierno?

Si está pasando eso de verdad, ¿qué voy a hacer? ¿Qué debería…?

“¡Oh!” gritó Lili ahogadamente, separándose de Karan. “¡Un atoncito!”

Había un ratón marrón en la estantería de las especias. Uno gris asomó la cara detrás de él.

“Hey, hay dos.” Lili levantó dos dedos. ¿Eran hermanos? Los dos ratones parpadearon, ambos con sus ojos del color de la uva, y se acurrucaron.

Uno había traído la nota de Sion. Pero, ¿y el otro?

Lili, ¿puedes darme un pedazo del queso del que hay en la nevera? Está en el cajón de abajo del todo.”

“Vale.”

Karan extendió la mano hacia los ratones que estaban en la estantería, con suavidad, pero con toda la fuerza que pudo. Le temblaban los dedos. Los ratones se miraron entre ellos, y movieron los bigotes.

Cheep – cheep.

Uno animó al otro, que se volvió para mirar a Karan. Tenía unos ojos muy pequeños, pero que dejaban ver inteligencia. Aquellos ratones eran listos. Podían entender el lenguaje y las emociones humanas.

Karan extendió más la mano. Puso la palma hacia arriba.

Cheep. Cheep.

El gris avanzó. Sin dudarlo ni un segundo, saltó a su mano. Sacudió la cabeza y escupió una pequeña cápsula. La segunda nota del día.

“¿Vas a darle el queso a los ratoncitos?”

Karan asintió y abrió la cápsula. No era la letra de Sion. Pero recordaba haber visto esa letra antes. Era la letra de quien le había extendido la mano y la había levantado cuando Karan había caído en la desesperación, después de que el Departamento de Seguridad se llevase a Sion. La mano que demostraba la inteligencia y voluntad de su dueño. Nunca podría olvidar aquella letra.


El momento de la reunión llegará.  Nezumi

Aquella nota no era mucho más extensa que la otra, pero Karan pudo suspirar, aliviada. Una brisa fría le atravesó el cuerpo. El peso en su pecho, lo que no la dejaba respidad, había desaparecido.

Oh, puedo respirar.

Era muy pronto para desesperarse. Todavía no podía perder la esperanza.

“Nezumi…” se encontró a sí misma pronunciando su nombre en voz alta. Durante una fracción de segundo, sintió como si alguien le hubiese puesto un brazo alrededor de los hombros. Aunque no podía verlos, sentía unos brazos fuertes apoyándola.

El momento de la reunión llegara. Pase lo que pase, te devolveré a Sion con vida. Lo prometo.

Podía escuchar una voz susurrarle al oído. Volvió a inhalar profundamente.

Nezumi estaba ahí. Estaría junto a Sion en todo momento. Su hijo no estaba solo.

“Karan, ¿qué es eso?”

Yoming observaba la mano de Karan.”

“Una carta.”

“¿Una carta? ¿Te traen ratones el correo?”

“Sí,” sonrió. “Y están escritas a mano. Mucho mejor que los correos electrónicos, ¿vredad?”

Ahora podía sonreír. Yoming y Lili se miraron entre ellos, y sonrieron también. Lili, que estaba partiendo el queso y dándoselo a los ratones, fue hacía Karan y enterró la cara en su pecho. Aquella vez, Karan pudo abrazarla como es debido.

“Tenía miedo,” murmuró Lili a punto de llorar. “Tenía miedo de que… no te volviese a mover… como papi… Tenía miedo. Mucho miedo.”

“¿Papi? ¿Le ha pasado algo a tu padre, Lili?”

“Mi papi de antes. Mi papi de verdad.”

“¿Qué?”

Yoming movió la cabeza levemente.

“El padre que tiene Lili ahora es el segundo marido de Renka – se ha vuelto a casar.”

“Entonces, Getsuvaku-san es…” Karan dejó de hablar. “-Ya veo.”

Pensó en aquella cara larga y delgada de cejas caídas. Ahora que Yoming lo mencionaba, se percató de que Lili y él no se parecían en nada. Pero nunca había notado nada raro al verlos andar de la mano, o ir a comprar el pan juntos. Eran una familia feliz, un padre y una hija que se llevaban bien. Después de la desaparición de Sion, sentía una punzada de dolor cada vez que veía a Lili y a Getsuyaku juntos. Sentía celos y tristeza al mismo tiempo.

“Entonces, el padre de Lili…”

“Murió hace un par de años.”

“Un poco antes de que te mudases aquí,” se metió Lili. “Pero también quiero a mi nuevo papi. Es muy gracioso. Siempre me hace reír.”

Lili levantó la barbilla y sonrió. Era una sonrisa radiante y llena de alivio al comprobar que Karan estaba bien.

“No lo sabía. Renka nunca había comentado nada.”

“Lo más seguro es que no quisiese,” dijo Yoming. “Son recuerdos dolorosos para ella.”

Había dicho aquello antes de darse cuenta. Yoming suspiró profundamente. Lili empezó a hablar.

“Un día, cuando estábamos comiendo todos juntos, papi dejó de moverse.Dijo, ‘no puedo respirar’ y se cayó de la silla. Y no sé por qué, pero dejó de moverse después de aquello.”

Lili empezó a temblar al acordarse de aquel momento. Karan miró a Yoming. Le preguntó con la mirada.

¿De qué va esto?

“El padre de Lili – murió, delante de sus ojos,” dijo Yoming sin estar seguro, bajando la mirada. “No,” dijo entonces. “Le asesinaron”

“¡Asesinato!”

Aquella palabra tan aterradora se solapó con la de la espalda de Sion desapareciendo. Karan se encontró a sí misma apretando los puños con tanta fuerza que se estaba clavando las uñas.

“El padre de Lili – se llamaba Suifu – era obrero, y un hombre grande que estaba muy orgulloso de su fuerza, y con razón además,” dijo Yoming.

“Mami dice que era muy amable, muy fuerte y muy guay. Quería mucho a mami, ¿verdad?”

Yoming sonrió con sequedad.

“Creo que Renka lo está pintando muy bonito, hasta para contárselo a su hija. Suifu bebía mucho y gastaba mucho dinero, así que siempre estaban discutiendo. Pero, bueno, era un buen tipo, y trabajaba duro para su familia. Era un escandaloso y le gustaba cantar. Cuanto estaba borracho, siempre se ponía a cantar a gritos. Sí,” asintió. “Era un buen tipo. Quería mucho a su familia.”

“Pero… ¿le asesinaron?”

“Indirectamente.”

“Indirectamente…” repitió Karan. “¿Yoming, me lo puedes explicar de forma que lo entienda?”

Yoming acercó una silla desgastada y se sentó. Con la mano derecha, le acarició el pelo a Lili con suavidad. Era un gesto que demostraba lo mucho que Yoming quería y se preocupaba por su sobrina.

“Explicarlo de forma que lo entiendas, ¿eh? Ojalá fuese tan fácil. Hay muchas cosas que aún no sé, así que el simple hecho de contar las cosas por orden es difícil.”

Yoming nunca hablaba claro, y acababa las frases con torpeza. Pero no obstante, buscó las palabras adecuadas, y empezó a contar la historia.

“Suifi, en aquel entonces, estaba metido en la construcción de cierto edificio. Era un obrero de la construcción.”

“Cierto edificio…”

“Sí. Pero no sé qué edificio era. Tengo entendido que ni el propio Suifu lo sabía. Le llevaban al sitio de la obra en una furgoneta sin ventanas – no podía ver el exterior.”

“Entonces, ¿para silenciarlo-?”

“No, Karan, eso no puede ser. Suifu se tomaba su trabajo muy en serio, pero no le interesaba para nada lo que estaba construyendo. No le importaba en qué parte de la ciudad estaba, ni para qué iba a usarse. Y, aunque estuviese interesado, no era el tipo de secreto que descubriría un obrero. Estaba bien escondido. Después de morir Suifu, investigué por mi cuenta para encontrar dónde trabajaba mi cuñado, pero no tuve suerte. En una ciudad como esta no existe la información libre. Si las autoridades quieren esconder algo, los ciudadanos no podemos hacer nada al respecto. No tendría que haber habido ninguna necesidad de llegar al extremo de tener que matar a Suifu.”

“Entonces… ¿de qué murió?”

“Dijeron que fue un infarto. Pero no me creo que Suifu pudiese tener uno. Las posibilidades de eso son las mismas que las de un pato ahogándose en un lago.”

“Eso quiere decir que tiene que haber algo más.”

“Sí…” Yoming dejó de hablar y echó un vistazo alrededor.

“No te preocupes,” le tranquilizó Karan. “No nos están grabando.”

“Entienco.” Yoming hizo una pausa. “Lo siento,” dijo abruptamente, “ir con tanto secretismo es vergonzoso.”

“No, para nada.”

¿Era verdad que no les estaban grabando? La verdad es que Karan no estaba del todo segura. Las autoridades tenían mucho poder. Podían hacer todo lo que quisiesen. No les supondría mucho esfuerzo grabas las conversaciones de todos los ciudadanos y clasificar la información.

Pero aun así.

Karan apretó con fuerza la nota que tenía en la mano.

No conseguiría nada si seguía encogiéndose de miedo. En lugar de asustarme, no hablar, taparme los oídos – déjame hablar, déjame escuchar. Lo diría en voz alta, escucharía con atención. Para ella, era la única opción que quedaba.

Karan se inclinó con determinación hacia el hombre y sus rodeos a la hora de hablar.

“¿Y ese ‘algo más’ del que estabas hablando?”

Yoming parpadeó una sola vez. Entonces, miró a Karan directamente a los ojos.

“Todo esto es especulación. Pero si te lo digo, puede que acabe poniéndote una carga sobre los hombros.”

“Quiero escucharlo, he tomado la decisión.”

Intentó convencer a Yoming.

“Has investigado tu lado de la verdad. Has dicho que no sabías prácticamente nada, pero, conociéndote, seguro que tienes alguna pista. Sabes algo, ¿verdad? Una pista – puede que más fina de un hilo, pero algo que te llevará a la verdad.”

“Esperas demasiado de mí,” dijo Yoming con pesadez. “No tenía el poder, el valor, o el método para hacerlo… pero a Yoming le estaban pagando muchísimo por ese trabajo. El doble de lo que le pagaban normalmente. Renka se sorprendió cuando Suifu le dio que le estaban pagando ‘una compensación especial por el peligro’. Y es difícil imaginarse una obra peligrosa en un sitio como No. 6.”

“Compensación especial por peligro…” reflexionó Karan. “Por demolición…”

“O por el uso de sustancias químicas.”

“¿Químicas? ¿Te refieres a veneno?”

“O algo equivalente. Algo desconocido: algo que no saben manejar ni los científicos de No. 6.”

“No se me ocurre nada así.”

“Es difícil. Pero no hay suficiente información.”

“Pero el padre de Lili no era el único que trabajaba allí, ¿no?” Insistió Karan. “¿No encontraríamos algo si le preguntásemos a esa gente?”

“Ahí está el problema; no puedo encontrar a ninguno.”

“¿No puedes encontrarles?”

“No. O han desaparecido – o nunca han existido. Es decir, que no habían más personas aparte de Suifu trabajando en esa obra.”

“No había otras personas… oh, ¿te refieres a que eran robots-?”

“Sí. Robots. Estaban usando robots de construcción.”

Karan levantó la cara, y miró al techo sin verlo. Sion también trabajaba con robots. Robots que se encargaban de la limpieza del parque.

“Son muy monos, pero, en cuestión de funcionalidad, aún les queda mucho. El otro día, a una mujer se le voló el sombrero y un robot lo recogió, lo cual está perfectamente. Pero el robot no controló la fuerza, y terminó por aplastar el sombrero. ¿Te lo puedes imaginar? La mujer estaba enfadadísima. Así que creo que los humanos son más aptos a la hora de realizar trabajos pequeños y delicados. Los dedos son algo fascinante.”

Y movía los dedos con ligereza…

Karan cerró los ojos con fuerza para apartar los recuerdos de su hijo de la cabeza. Habló con el tono más calmado que pudo.

“El padre de Lili estaría haciendo un trabajo que los robots no podrían.”

“Puede ser,” concedió Yoming. “Pero  Suifu no era ningún técnico. No tenía ninguna habilidad especial. Quiero decir, siendo el tipo serio que era en el fondo, estoy seguro de que habría podido realizar cualquier trabajo que le hubiesen encargado, pero… no se me ocurre que podría haber estado haciendo entre tanto robot.”

“¿Dedos?”

“¿Eh?”

“La diferencia entre las personas y los robots.”

Recordó los dedos de Sion. Eran unos dedos hábiles. Siempre realizaban con mucho cuidado el trabajo que le encargaba. De vez en cuando, se encontraba así misma admirando su habilidad.

¿Sabes, mamá? Los dedos son algo fascinante.

“Puede que los robots sean más útiles a la hora de derribar paredes o cargar cosas pesadas, pero a la hora de hacer trabajos más delicados… por ejemplo, veamos… usar azulejos pequeños para hacer un dibujo complicado en la pared o grabar letras en una columna… los robots no pueden hacer esto todavía, ¿verdad? Es lo mismo con el pan. Si quieres que todas las barras sean iguales y sepan igual, una máquina es suficiente. Pero las tartas, por ejemplo – es importante que sean bonitas, y que gusten a la persona – tienes que hacerlas a mano si quieres que queden bien.”

“Pero Suifu no podía hacer pan o tartas como lo haces tú. No tenía la habilidad de dibujar cosas complicadas con azulejos, o grabar cosas. No podía hacer nada especial… o al menos, no creo que pudiese.”

“¿Y qué me dices de llevar cosas?”

“¿Llevar cosas?”

“Sí, cosas importantes… objetos frágiles, o cosas delicadas… cosas que tuviesen que mantener su forma, como un sombrero. Las manos de una persona serían más útiles para algo así.”

“Tienes razón. Puede que sea eso. Puede que Suifu estuviese llevando algo peligroso que no podían llevar los robots. Pero… aunque eso fuese verdad, no tengo ni idea de qué puede ser, o de cómo puede estar relacionado con esas muertes súbitas. Da igual lo que me esfuerce, no puedo pasar de las especulaciones. Al final, sin nada con lo que trabajar, lo único que podemos hacer es hacernos las mismas preguntas que no tendrán respuesta una y otra vez. No sabemos nada… todo lo que sabemos es que Suifu estaba trabajando en una obra y que murió. Verdad, ¿Karan?”

El tono de voz de Yoming se hacía más sombrío a cada palabra, hasta el punto de que Karan apenas podía escucharle.

“Esta ciudad devora a gente sin compasión,” gruñó Yoming. “A veces no puedo evitar pensarlo. Devora a la gente que ha salido fuera de los límites de los valores de la ciudad; gente a la que consideran inferior; gente que ha objetado contra sus valores. Los devoran, los destrozan, y luego se deshacen de ellos.”

“Mm…” contestó Karan vagamente.

“Así que, un sitio como este, Lost Town, es una especie de pozo ciego para la ciudad: es un lugar en el que se reúne gente que no cumple con los criterios de la ciudad, gente inferior. No, lo más seguro es que la ciudad crease este lugar deliberadamente. Un almacén de gente desechable.”

La voz pesada y grave de Yoming, junto con lo que estaba diciendo, le provocaban escalofríos a Karan. Miró a Lili. No estaba prestando atención a la conversación de los adultos, estaba a unos cuantos pasos jugando con los ratones. Los dos ratones estaban en su regazo, comiendo queso. Ya fuesen humanos o animales, los seres pequeños eran adorables. Era el deber de un adulto proteger a cualquier precio aquellos cuerpos y mentes débiles y pequeños.

Eso era lo que creía Karan. No quería que Lili viese la cruda realidad siendo tan joven. Sí, a uno no se le podía cegar. No se le debería engañar. Uno tenía que ser capaz de ver a través de las mentiras y descubrir la verdad. Pero eso era algo sólo para los adultos que tenían la fuerza para soportar el ‘saber’. Lili todavía era muy joven.

“Lili.”

La niña se giró hacia Karan, mirándola con sus ojos negros y grandes.

“No creo que ese queso vaya a ser suficiente para esos ratoncitos. Creo que queda un rollo de mantequilla de ayer en una esquina del mostrador. ¿Puedes darle la mitad a cada uno?”

“¿Se le puede dar pan a los ratoncitos?”

“Sí. ¿Se lo vas a dar como recompensa? ¿Y puedo pedirte que le cuides de la tienda? Si entra algún cliente, quiero que le sonrías y le digas ‘¡bienvenido!’. Después te invito a unos cuantos rollos de mantequilla recién hechos.”

“¡Yay! Siempre he querido trabajar de panadera.”

Los ratones estaban subidos en los hombros de Lili, era evidente que se habían hecho amigos suyos. Eran un par de ratones muy listos: sabían que personas eran peligrosas y en que personas se podía confiar.

“¿Sabes qué?” Lili se pu so de puntillas y se acercó al oído de Karan. “Voy a contarte un secreto.”

“Muy bien, ¿qué es?”

“Mami va a tener un bebé. Voy a ser la hermana mayor.”

“¿Renka? ¿En serio? Es genial. ¿Cuándo?”

“Cuando empiece a hacer calor y empiecen a florecer todas las plantas.”

Yoming sonrió con exasperación.

“Hey, Lili, ¿estás segura de que está bien contar el secreto de mami?”

“Karan puede saberlo.”

“Me alegro mucho,” dijo Karan contenta. “Gracias por contármelo. Cuando nazca el bebé, lo celebraremos con una tarta enorme. Vale, Lili, ¿vigilas la tienda por mí?”

“Vale. Tengo que decir ‘¡Bienvenido!’, ¿verdad? ‘¡Bienvenido!’” Con los ratones aún en los hombros, Lili se fue hacia el mostrador. Yoming volvió a suspirar.

“Bien. Supongo que no es algo que queremos que Lili escuche.”

“Por supuesto. Escuchar que han tratado a tu padre como un objeto, y que está muerto como el resultado de ello… aunque algún día tendrá que saberlo, todavía es muy pronto.”

Yoming apartó la mirada de la puerta por la que había salido Lili y volvió a fijarla en Karan.

“Tratardo como a un objeto – sí, a Suifu le trataron como si fuese uno de los robots. No le dirían lo peligroso que es el trabajo. Seguro que se los comentaron así por encima, y le pusieron mucho dinero delante. Suifu quería dinero. No hacía mucho que le habían despedido por una discusión con un compañero. Si era para mantener a su familia, no le importaba un trabajo con unos cuantos riesgos. Las autoridades hicieron una búsqueda, y Suifu eligieron a Suifu por eso. Total, tienen acceso a la información completa de todos los ciudadanos. No les costaría mucho encontrar un candidato. Necesitaban a alguien que se encargase de realizar un trabajo que tenía riesgos sin especificar; alguien que pudiese levantar peso; alguien que fuese responsable, y que trabajase sin decir nada y eficazmente. Un hombre que no fuese curioso, que hiciese preguntas o que sospechase. Alguien a quien no le importase arriesgarse por dinero – Suifu era el candidato perfecto.”

“Así que es por eso por lo que su muerte y el trabajo tienen que estar relacionados de alguna forma. Estás seguro de eso.”

“Sí. No sé cómo están relacionados, pero estoy seguro de que lo están. Si me preguntas por qué pienso eso, te diría que-”

“¿Dirías?”

“La ambulancia. Suifu se cayó redondo al suelo, y Renka, como es normal, llamó a la ambulancia. Pero me dijo que tardaron muy poco en venir. Dijo que no tardaron ni tres minutos.”

Una ambulancia en menos de tres minutos – eso era algo muy raro en Lost Town; no, se podría decir que era imposible.

La sociedad de la Ciudad Sagrada de No. 6 tenía una jerarquía muy estricta. Con el alcalde y su política en la cima de la pirámide, reinaban unos cuantos “elegidos”. Se les llamaba “elite”, y vivían en Chronos, un barrio de lujo, llevando una vida de lo más tranquila y cómoda. Los ciudadanos normales que estaban por debajo de ellos, aunque lejos de tener una vida como la de Chronos, vivían el día a día con el apoyo de la tecnología médica y científica, felices – o en lo que se les hacía creer que era felicidad. La gente que como Karan vivía en Lost Town, aún más lejos de la “elite”, no tenía acceso a los servicios y la ayuda que la ciudad proporcionaba a los ciudadanos normales. Se les trataba como a subciudadanos. Usando el mismo término que había utilizado Yoming, Lost Town era como un almacén de gente desechable.

El tratamiento médico de emergencia era casi imposible de conseguir en Lost Town. Karan recordaba haber escuchado que el número de ambulancias y clínicas médicas era diez veces menor al de Chronos. A pesar del hecho de que Lost Town tenía más enfermos y heridos que Chronos.

Una ambulancia que no había tardado ni tres minutos en llegar. ¿A qué se debía ese milagro?

“¿Quieres decir que tenían a Suifu vigilado, para poder ocuparse enseguida si pasaba algo fuera de lo normal?”

“Probablemente una vigilancia de Nivel 3. Suifu empezó a tener convulsiones en la mesa, pero para cuando llegó la ambulancia, ya no se movía. No sé si estaba vivo o no, porque la gente del Departamento de Salud e Higiene se lo llevó. Renka intentó acompañarle en la ambulacina, pero no se lo permitieron. Le dijeron que se quedase en casa.”

“Y después de eso, el padre de Lili…”

“Volvió dos horas después, frío. El Departamento de Salud e Higiene mandó a un médico que les explicó que había sido un ataque al corazón, pero no podíamos creerlo. Yo estaba allí también, había venido corriendo después de que Renka me llamase. Le pedí por favor que nos diese más detalles, pero no sirvió de nada. Lo único que hicieron fue cambiarnos la tarjeta de identificación de Suifu por un Certificado de Defunción para que pudiésemos enterrarle.”

“Ya veo… así que eso fue lo que pasó.”

Sabía que no era lo mejor que podía decir. Pero no sabía que podía decirle a Yoming después de lo que éste le había dicho – de qué tenía que decirle. Era algo que no podía dejar que le entrase por una oreja y le saliese por la otra. Pero, claro está, tampoco podía decir las típicas palabras que se usaban para consolar a la gente. ¿Qué tenía que decir? ¿Y cómo? No podía evitar tener dudas. Sus dudas se convirtieron en incomodidad, con un toque de miedo. Las palabras de Yoming aumentaron ese miedo.

“Cuando el médico se estaba yendo, ¿qué crees que le dijo a Renka? Este paciente ha muerto sin sufrir,’ eso fue lo que le dijo. Y sí, la cara de Suifu no expresaba dolor alguno. Sonreía como si estuviese soñando. Pero Renka y Lili habían visto la cara de dolor que tenía al caer. ¿Cómo iban a creerse que no había sufrido al morir?”

“Lo que quieres decir que es manipularon el rostro de Suifu con algún método especial para que pareciese que no había sufrido…” Karan tragó saliva con dificultad. Incluidos sus padres, todos los cuerpos que había visto Karan sonreían pacíficamente. Tenían una sonrisa pintada en el rostro que hacía que pareciese que nunca habían tenido ninguna dificultad estando en vida. Todas las caras de los cuerpos eran hermosas. Así era como pensaba que tenían que ser – que en No.6, donde el tratamiento paliativo estaba muy desarrollado, todo el mundo tenía asegurada una muerte indolora y tranquila.

Era mentira. Era todo artificial. Allí, hasta se modificaba la muerte de los seres humanos. Toda la verdad y las circunstancias que envolvían todas y cada una de las muertes se escondían, se modificaban y se clasificaban como “muerte pacífica”.

Estamos viviendo en un mundo que es peor de lo que jamás habría imaginado. ¿Y si esto llega más allá de lo que puedo llegar a imaginarme…?

“La cosa está en que la muerte de Suifu sigue siendo un misterio. Renka se ha vuelto a casa y se las apaña. Y yo – como seguramente podrás ver – me dedico a vender información. Estoy tan ocupado con otras cosas, que muchas veces me olvido de Suifu. Y me maldigo a mí mismo cada vez. Así paso mis días: rechinando los dientes, recordándome a mí mismo que no puedo olvidarme de Suifu, ni de mi mujer y mi hijo, claro está.”

“Es imposible que  olvides,” le tranquilizó Karan, “que esta ciudad ha matado al padre de Lili, a tu mujer y a tu hijo. No podrías, ¿verdad?”

“No. Y eso es lo único que puedo hacer: recordar. Seguir recordando. Nunca olvidaré a la gente que me ha arrebatado. Pero a veces me da escalofríos al pensar - ¿y si las autoridades me descubren? Y me pregunto, si podrían borrarme la memoria…”

Yoming miró con atención a Karan. Sus ojos se ensombrecieron. Parecía que la desesperación llenase sus ojos, y que su mirada estuviese nadando en ella.

“¿Qué quieres decir con borrar la memoria?” preguntó.

“Lobotomía. Cortar mi cerebro con un escalpelo, y que me extraigan recuerdos y la habilidad de pensar.”

“Yoming, estás-” estás llevando esto muy lejos. Imaginas cosas.

No podía acabar lo que iba a decir. Lobotomía – quizás era posible. Después de la desaparición de Sion, la ciudad no había hecho que poner máscara tras máscara artificial ante sus ojos. Aunque sólo había visto una pequeña parte, lo que Karan veía en No. 6 no era una Ciudad Sagrada; era una ciudad autoritaria que no tenía ningún remordimiento.

Esta ciudad está intentando controlar a la gente.

Querían controlar el cuerpo y mente de las personas que vivían allí, sin excepción. Querían observar sus vidas, pensamientos y destinos, y controlarlos.

Sí, era tal y como había dicho Yoming. No. 6 devoraba a la gente. Les arrancaban cualquier atisbo de ser humano, alma o voluntad para resistirse y lo hacían desaparecer. No era una Ciudad Sagrada. Era un monstruo que había enloquecido por el deseo de dominar.

¿Nadie se había dado cuenta? ¿Habían engañado a todos con una vida satisfactoria y cómoda en apariencia hasta el punto que nadie veía aquella figura monstruosa? Que estupidez…

Karan negó con fuerza. Aquello no eran los problemas de los demás y ya está. Ni se acercaba a serlo.

“Karan, ¿te encuentras mal otra vez?” preguntó Yoming preocupado. “Acabas de desmayarte – deberías descansar u n poco. Lo siento por haber sacado un tema así.”

La disculpa de Yoming parecía sincera. Karan volvió a negar con firmeza.

“No, no es eso. Estaba – acordándome de algo.”

“¿Hm? ¿De qué?”

“Lili ya me lo había preguntado. Si éramos felices de verdad o no?”

Lili se lo había preguntado una vez.

“Somos felices, ¿verdad?”

Ya había bastante de aquello. Había sido después de que la panadería de Karan hubiese empezado a funcionar. Karan había murmurado, hmm, bueno, supongo, y había inclinado la cabeza. Había hecho de hornear pan y otras cosas, lo cual le gustaba, su trabajo diario. No ganaba mucho, pero al menos tenía una idea de cómo saldrían adelante su hijo y ella. Después de haber perdido los privilegios de que tenían en Chronos, habían encontrado la forma de tener una vida estable. Fue en aquella época. En aquel entonces, no habría podido saber que, en unos cuantos años, le esperaría una separación cruel de Sion. Así que para ser sinceros, si le preguntaban si era feliz, podría haber contestado sí, supongo que lo soy. Karan no había pensado que fuese infeliz en aquel entonces.

El haber acabo en Lost Town después de vivir en Chronos no le suponía mucho sufrimiento. Al contrario, estaba disfrutando de que su carga se hubiese hecho más ligera, habiendo apartado la seguridad de tener comida, ropa y refugio. A pesar de tener que vivir como una subciudadana, seguía dentro de No. 6, como residente en Lost Town. Siempre y cuando no hiciese nada fuera de lo normal, no le faltaba nada. El acceso a la comida y al agua limpia era fácil. Aunque faltos de personal, había centros clínicos en Lost Town a los que podía acudir. Tenía una casa para escapar de la lluvia y el viento. No tenía que preocuparse por mala nutrición, hambre, hipotermia o genocidio. Sion estaba a su lado, y tenía clientes que compraban su pan.

No era infeliz.

No había podido contestar enseguida a la pregunta de Lili, no por su propia situación o pensamientos, si no porque los ojos de Lili se habían ensombrecido. Quizás era duda. Quizás Lili tenía dudas,  emociones inestables, y había acudido a la panadera a la que tanto quería.

“Es difícil decir si somos felices o no. Hay muchas veces en las que somos felices, y otras en las que no. Muchos sentimientos diferentes.”

“¿Verdad?” Lili apretó los dedos. “Tenemos muchos sentimientos diferentes, ¿verdad?”

“Sí. Tú también lo piensas, ¿verdad, Lili? Hasta en un mismo día a veces estás contenta y a veces no, ¿verdad?”

“Sí. Cuando tengo mucha hambre y puedo comer las magdalenas que haces me pongo muy contenta. Pero cuando mamá se enfada conmigo o cuando me peleo con algún amigo y nos enfadamos me pongo muy triste. Pero…”

“¿Hm?”

“Pero en el colegio, el profesor dice que en No. 6 todos son felices. Que nadie en No. 6 es infeliz.”

“¿Te han enseñado eso en clase?”

“Sí. Cuando el director estaba dando su discurso. Dijo que fuera de No. 6, el mundo es un lugar duro y lleno de tristeza. Y que la gente muere a diario. Muere porque no tiene para comer, o porque pelean entre ellos. Dijo que la gente era como animales, y que también vivían como animales. Y que comparados con esa gente, No. 6 es un paraíso y que todo el mundo es feliz.”

Con gente que era como animales, seguramente se refería a los residentes del Bloque Oeste. Era una forma muy desdeñosa de hablar sobre la gente. Y pensar que alguien que educaba niños era capaz de llamar animal a otra persona…

Karan frunció el ceño. Se agachó y miró a Lili a los ojos.

“Pero tú no piensas eso, ¿verdad, Lili?”

“Hmm,” pensó Lili en voz alta. “Es algo raro. Como algo que se mueve dentro de la barriga. Porque – porque a veces… a veces mami está triste porque está cansada de trabajar o porque no tenemos bastante dinero. Y al abuelo Saiton siempre le duele la espalda. Así que me parece raro cuando dice que todo el mundo es feliz…”

“¿Y no se lo has dicho al director?”

Lili abrió los ojos desmesuradamente y negó con fuerza.

“Si se lo hubiese dicho, el director se habría enfadado mucho conmigo. A veces llaman a la gente  a su oficina y les pegan con un látigo.”

“¡Dios mío, con un látigo! Es horrible…”

“Si vives en No. 6 y no piensas que eres feliz, significa que no eres un buen niño. Así que tienen que castigarnos.”

¡Claro que no!” chilló Karan. Le puso una mano a Lili en el hombro. “Lili, eso no es verdad. En absoluto.”

“Karan…”

Su corazón se inquietó. Podía escuchar su ritmo irregular. Sabía que tenía que decirle algo importante a la niña que tenía delante, pero no le salían las palabras. Estaba frustrada.

“Lili, aún eres una niña y…” se detuvo. “No, hasta a los adultos se les permite pensar muchas cosas diferentes. No está bien que todos piensen y sientan lo mismo, ¿verdad? Y – y-”

También hay gente que no es feliz en No.6. Seguramente más de la que creo.

Era algo que Karan sabía de primera mano. Se había mudado desde Chronos, un sitio para los ciudadanos elegidos, a Lost Town, un sitio para subciudadanos. No creía que fuese un destino trágico, pero había visto la cima y el fondo de No. 6.

También había gente infeliz en Chronos, no sólo en Lost Town – en el sitio conocido como el vecindario ideal. Sí, había gente infeliz allí, y bastante. Pero ninguno decía ‘no soy feliz’ en voz alta. En Chronos no había una sola persona que se lamentase del dinero o que se quejase de dolores físicos como Saiton. A todos los residentes se les prometía un buen sueldo y tratamiento médico a cualquier hora del día. Pero aun así había gente infeliz.

“¿Qué hago mañana?” había escuchado murmurar a alguien una vez.

Era una mujer mayor que vivía en la casa de al lado. Pero, en Chronos la “casa del al lado” estaba bastante lejos, teniendo en cuenta los jardines que tenían las casa. Periódicamente, venían jardineros de la ciudad a arreglar los jardines (y a revisar el sistema de seguridad del jardín, algo que Karan no descubrió hasta pasado un tiempo), al contrario en que Lost Town, donde una pared era lo único que separaba una casa de la otra. Karan no estaba acostumbrada a ver a sus vecinos o a mantener conversaciones con ellos.

 Pero Karan se llevaba muy bien con aquella mujer, que tendría unos setenta años, y de vez en cuando la invitaba a tomar el té. Su marido, su hija y su nieto estaban reconocidos como de lo mejor de la elite, al igual que Sion, así que tenía unos privilegios muy buenos, comparados incluso con otros residentes de Chronos. Pero a pesar de eso, ni era arrogante, ni condescendiente, y siempre intentaba echarle una mano a Karan, que estaba criando sola a su hijo.

Aquel día era más de lo mismo. Una tarde soleada y templada de final de otoños, la mujer había invitado a Karan a tomar el té.

Aspirando el aroma del té negro, Karan había estado apunto de murmurar su apreciación cuando la mujer había dicho aquellas palabras. Su voz seca y quebradiza, como las hojas que bailaban en las calles. Era seca, pero pesada y sombría.

“¿Qué hago mañana?”

Karan levantó la vista de la taza floreada y observó el perfil elegante y compuesto de la mujer que acababa de hablar. Había escuchado aquellas palabras sin ninguna dificultad. Pero el tono se su voz chocaba tanto con aquella escena tan bonita, con la fastuosa mansión y con aquel té, que no había podido evitar pedirle que lo repitiese.

“¿Perdone?”

La mujer dejó vagar la mirada con lentitud. Sus ojos, tras unas gafas con rubís incrustados en la montura (un complemento más que una necesidad), parpadearon.

“No tengo… ni idea de lo que me gustaría hacer mañana.”

“¿Quieres decir que no tienes nada que hacer?”

“No sé… que quiero hacer, Karan-san.” Lágrimas asomaron por el borde de sus ojos.

“¿No lo sabes…?”

“No hay nada. Vacío. Y me asusta. Odio especialmente las mañanas. Son horribles. Cuando pienso que es el comienzo de otro día vacío, me asusto, así que…”

Karan, que todavía era joven, no terminaba de asimilar las lágrimas de la mujer y las palabras que había murmurado. Como para demostrar que no estaba fingiendo, los hombros envueltos por el chal de la mujer no dejaban de temblar.

“Ah – pero-” tartamudeó Karan. “Siempre y cuando quieras, creo que puedes hacer lo que te apetezca. Muchas cosas…”

“¿De verdad lo crees? A mí me parece que va a ser un día vacío detrás de otro hasta el día que muera… Y pensar que voy a morir sin hacer nada, me da más miedo que otra cosa.”

Karan se levantó y negó con la cabeza de forma automática.

“Eso no es verdad. Porque, mira – la decoración de la habitación, o como preparas el té – es muy bonito y se te da muy bien.”

La mujer respondió los torpes elogios de Karan con una sonrisa serena.

“Eres un alma amable, Karan-san. Pero… bueno, supongo que algún día probaras el miedo que siento.”

El par de ojos que había detrás de las gafas no sonreía. Eran como cuevas oscuras. Karan recordaba haber temblado. La había recorrido un escalofrío en aquella habitación climatizada llena de muebles extravagantes. La mirada de la mujer había estado tan vacía, tan taciturna, que la había hecho temblar. La mujer tenía tiempo y dinero. ¿No estaba en la posición de cumplir todos sus deseos? Y ahí estaba, lamentándose: que privilegiado, que egoísta… Karan intentó murmurar aquellas palabras. Pero cuerpo y corazón se encogieron ante aquella mirada vacía y taciturna que tenía delante. Una desesperación suficiente para petrificar a alguien vivía detrás de aquellas gafas, emitiendo un leve brillo. Karan se terminó el té y se marchó con rapidez.  Recordaba con claridad el ruido que había hecho la taza cuando la había dejado sobre el plato con las manos temblorosas.

No mucho después, a punto de llegar el cambio de estación, la mujer murió. Dentro del ataúd, rodeada de los lirios blancos que tanto le gustaban, yacía la mujer con los ojos cerrados y una piel que brillaba como cuando estaba viva, con una sonrisa surcándole el rostro. Karan tenía la sensación de que, si la llamaba, contestaría.

“He vivido una vida feliz. Estoy muy agradecida a No. 6.”

Aquellas eran sus últimas palabras, según su hija, que trabajaba en el Departamento de Administración Central.

He vivido una vida feliz. Estoy muy agradecida a No.6.

“¿Tu madre ha dicho esto? ¿De verdad?”

“Claro. ¿Por qué no iba a hacerlo? Mi madre ha vivido una vida plena en la que no le ha faltado de nada. ¿No piensan todos lo mismo?”

“Bueno… sólo me preguntaba si estabas bajo la impresión de que…”

“¿Yo?”

“Sí,” dijo Karan. “¿Has pensado alguna vez que tu madre no haya sido feliz?”

La hija frunció el ceño, el disgusto expresado claramente en su mirada. Miró a Karan como si fuese un animal espantoso, y dio medio paso atrás.

“Es imposible que mi madre no haya sido feliz,” espetó. “No ha pasado un día en el que no haya sido feliz. ¿No es de sentido común? Espero que te abstengas de hacer más comentarios inapropiados.”

Le dio la espalda a Karan. Mantuvo las distancias durante todo el funeral. Ahí fue cuando Karan se aseguró de que la mujer no había sido feliz. Había estado luchando con la infelicidad que no se le permitía sentir.”

Quizás…

Su corazón se aceleró. Se le vino a la mente la cara de la mujer, rodeada de lirios blancos.

¿Quizás… se suicidó-?

No podía decirlo en voz alta. Era imposible que un residente de Chronos se suicidase. Nadie lo pensaría. Les habían dicho que era impensable.

Pero… si existía la infelicidad que se suponía que era inexistente, entonces, ¿no podría haber gente que se quitase la vida, al borde de la desesperación, porque no tenía otra opción?

Karan apretó los guantes de luto mientras se llevaban el ataúd al cementerio.

Debería haberle hablado a Lili de aquella mujer. La infelicidad estaba destinada a existir en cualquier lugar, ya fuese Chronos o Lost Town. Karan pensaba que tenía que haber hablado con Lili – sobre por qué la gente no era feliz; sobre cómo podían volver a ser felices; sobre qué era la felicidad real. Debería haberlo hablado con la niña – sobre su director que les obligaba a ser felices; sobre la mujer y su mirada taciturna; sobre el dolor que hacían desaparecer como si nada.  Tenía que haber reflejado con más intensidad lo que había en su alma intranquila, y la agitación de la niña. Pero Karan no había dicho nada, y no había hecho nada.

“Hay gente infeliz en todas partes. Porque sea el director no creo que tenga el derecho a decir que todo el mundo tiene que ser feliz,” le había dicho, optando por la salida más neutral. Entonces, había escuchado al vendedor de harina llamando a la puerta trasera trayendo el centeno y la harina. Los clientes estaban entrando en la tienda.

“Gracias, Karan. Hasta luego.”

Y Lili se había ido. Karan había fingido estar inmersa en su trabajo, apartando de su mente a Lili, sus miedos durante el funeral, sus pensamientos de felicidad e infelicidad. No se había parado a pensar. Hasta lo había olvidado. Yoming había grabado todo en su memoria. Pero ella lo había olvidado. Nunca había intentado recordarlo.

Ella era la idiota.

Si hubiese sido más sabia, si me hubiese parado un poco a pensar, quizá Sion no habría pasado por lo que ha pasado.

No solo Sion. Quizás también había puesto una carga en Safu, junto a un destino cruel e injusto. Karan se mordió el labio con fuerza.

Sion, Safu, sobrevivid. Por favor, vivid. Vivid y volved a casa, y dejad que me disculpe por mi estupidez. Dejadme que os abrece. Dejad que os suplique perdón.

Apretó el pedazo de papel contra su pecho, y rezó.


El momento de la reunión llegará.  Nezumi

Nezumi, te lo suplico. Por favor, permite que vuelva a verles. Una vez más.

Escuchó a Lili reírse. Era una risa ligera y libre de preocupaciones, acompañada de los ruiditos que hacían los ratones.

El momento de la reunión llegará.

Murmuró las palabras escritas en aquella nota. Intentó aguantar las lágrimas que querían salir. Llorar no iba a resolver nada.

Ahora, sólo puedo rezarte a ti, que todavía no te conozco.

El momento de la reunión llegará.

6 comentarios:

  1. Interesante pero extraño... jaja se descubren muchas cosas k no sabia o_o gracias por el capitulo.

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  2. ahhh por fin!! ;U; malditas pruebas! pero ahora si, un buen y largo capitulo de NO.6 ¿que es mejor que eso? >o<
    wahhh la ciudad me cae cada vez peor y eso que ya la odiaba en la serie... mira que lavarle el cerebro a los niños desde pequeños...bueno igual karan ya esta un poquito mejor ^^
    por traducir este capitulo arigato gozaimasu!!!! TuT

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  3. Graciaaaasss!!!!!

    un capitulo lento pero ya viene lo bueno amo esta novela!!!!

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  4. ¡Hola! durante unos días he estado guardando tus traducciones de la novela y sentí que de verdad debía agradecerte por todas las molestias que te tomas. De verdad muchas gracias por compartir la novela, aunque aún no voy al día con la traducción debo decir que es un gran trabajo el que estás haciendo :D felicitaciones, gracias de nuevo y espero la actualización cuando venga!

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  5. Muchisimas gracias por traducirlas, en serio, no sé que haría sin mis capítulos de No.6....por favor tienes que traducir el siguiente TT.TT

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  6. Gracias Gracias Gracias no se me ocurre que mas decir, por favor no dejes de traducir eres lo max!

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