jueves, 31 de mayo de 2012

No. 6 Vol 4 Capítulo 5

¡Y otra novela más finiquitada! ¡A disfrutarlo!



Capítulo 5
Hacia la luz desconocida

En el cielo, se reúnen nubes negras
En la tierra, soplan ráfagas de viento
Durante siete meses y siete noches, nubes de tormenta cubrieron el cielo
Durante nueve meses y ocho noches, ráfagas de viento sacudieron la tierra.
Las aguas del Yangtze se desbordaron
Y el agua de los ríos se extendió a todos los rincones de la tierra.
-Mito chino – historia de la creación de Lisu.


“¿Me da unas magdalenas, por favor?” Lili entró corriendo en la tienda.

“¿Eh?” se paró en seco, y parpadeó confundida, todavía apretando las monedas que teniá en la mano. Karan no pudo evitar sonreír de lo adorable que era.

“¿Ya estás aquí otra vez, tío?”

Yoming sonrió irónicamente ante la actitud directa de su sobrina.

“Lili, estoy aquí haciendo mi trabajo. Lo entiendes, ¿verdad?”

“¿Qué trabajo?”

“Te acuerdas de las magdalenas de Karan, esas que te gustan tanto, ¿verdad? Voy a escribir un artículo sobre ellas. Un trabajo impresionante, ¿eh?”

“¿Y qué va a hacer ese artículo?”

“Hará famosas a las magdalenas. Karan tendrá montones de clientes.”

“No quiero eso,” dijo Lili, inflando las mejillas mientras fulminaba con la mirada a su tío. “Si todo el mundo compra sus magdalenas, no quedará ninguna para mí.”

“No te preocupes,” dijo Karan sacando dos magdalenas del mostrador. “Eres una clienta importante. Dejaré unas cuantas a un lado todos los días para ti. Queso y pasa, una de cada. La de pasa es un regalo.”

“¿En serio? Gracias,” dijo Lili radiante de felicidad. “¿Me la puedo comer ya?”

“Claro que puedes,” dijo Karan. “Es casi la hora del té. ¿Quieres una taza de chocolate caliente, Lili?”

“¡Yay! Eres la mejor,” sonrió Lili.

Karan se enterneció. Siempre le pasaba cuando veía sonreír a los niños. Un sentimiento cálido y amable despertaba en su corazón cada vez.

Como residente de Lost Town, un distrito viejo de No. 6, Lili no estaba en el mejor de los ambientes. En una ciudad como esta, donde la élite estaba sentada en la cumbre  de la jerarquía, no importaba cuanto lo intentase Lili, nunca podría llegar a lo más alto. Lost Town era un distrito residencial para la gente que estaba al final de la jerarquía. Entre los adultos, había muchos que mostraban su descontento o su enfado por su derrota, pero eso a los niños no les afectaba. Ellos corrían por las calles, se reían por todos, y les brillaban los ojos cuando veían cosas ricas de comer. Quiezá era un sitio más fácil para vivir en comparación con Chronos, donde se les ponía bajo un control total y una educación dura.

Quiero que sean felices.

Pensó Karan cuando vio la sonrisa despreocupada de Lili.

Quiero que los niños, al menos, sean felices.

¿Pero qué deberían hacer los adultos como yo para que pudiesen? Como adulta, ¿qué puedo hacer? Ni siquiera puedo salvar a mi hijo, o a la chica que está enamorada de él –

“Karan, ¿qué pasa?”

Yoming dejó de sacarle fotos a las magdalenas y a los croissants.

“Oh, no, estaba-”

“¿Estabas pensando en tu hijo?”

“Supongo que podrías decirlo así… pero siempre estoy pensando en Sion,” dijo Karan. “No me he olvidado de él ni por un segundo. Anoche soñé con él.”

“Claro,” dijo Yoming con suavidad. “Claro – eres una madre. Lo siento, eso ha sido desconsiderado por mi parte.”

Karan se volvió para mirar a Yoming, y negó con la cabeza con firmeza.

“Tenía muy buen aspecto.”

“¿Qué?”

“Mi hijo. Estaba sonriendo. Estaba un poco más delgado, pero tenía una sonrisa preciosa en la cara. Pensé, vaya, mi hijo tiene que ser feliz. Y me hizo feliz a mí también. Hasta sentía más ligero el corazón esta mañana.”

“Feliz, ¿eh?” dijo Yoming pensativamente. “Karan, esté como esté, tu hijo está ahí fuera, vivo. Eso seguro.”

“Y estoy muy agradecida por ello.”

Me conformo con que estés vivo, no voy a pedir nada más.

Sion, vive – y vuelve.

Puso una taza de chocolate delante de Lili y otra de café delante de Yoming.

“¿Eh? ¿Tío, tu también vas a comer?” preguntó Lili con severidad. “¿No crees que te estás quedando más de la cuenta?”

Yoming se atragantó con el café. Karan rompió a reír.

“Tu tío y tú sois dos clientes especiales. Invita la casa,” la tranquilizo.

“Vale,” respondió Lili, sin estar del todo convencida. “¿Sabes? Mami dice que el tío Yo te está tirando los trastos. ¿Qué significa ‘tirar los trastos’?”

“Oh, vaya,” dijo Karan sonriendo.

Yoming empezó a toser.

“Q-que tontería,”  farfulló. “Dile a Renka – dile a tu madre, que el tío Yo está muy, muy enfadado.”

“No creo que a mami vaya a darle miedo que te enfades,” dijo Lili tranquilamente. “No te vamos a dar de cenar la próxima vez que vengas a casa, tío.”

Karan estaba tan entretenida con la expresión amarga de la cara de Yoming que tuvo que meterse detrás del mostrado para poder reírse. Mientras se reía, recordaba lo que le había estado diciendo Yoming antes de que entrase Lili.

Karan, ¿crees qué deberíamos seguir así?

Así era como había empezado Yoming la conversación.

¿Crees que No. 6 debería seguir tal y como está ahora? Puede que no sepas mucho, pero sabes lo suficiente. Sabes que este sitio está construido a base de mentiras.

Sí, lo sé.

A los dos nos han robado a nuestros hijos. Tú aún tienes esperanzas, pero mi hijo no va a volver. Ni mi mujer. Esta ciudad se come a la gente, igual que un demonio.

Sí.

Karan. ¿Crees qué podemos cambiar este sitio?

¿Perdona?

¿Crees que podemos cambiar la Ciudad Sagrada para que renazca como un lugar para seres humanos?

¿Nosotros…? ¿Cambiarla…?

No sólo nosotros dos. Hay más que se han dado cuenta de la verdadera naturaleza de la Ciudad Sagrada. Somos –

Entonces era cuando había entrado Lili corriendo.

Karan empezó a pensar.

En lugar de esperar, rezar, o llorar, ¿qué puedo hacer para volver a abrazar a Sion? ¿Qué puedo hacer para salvar a Safu?

Cheep-cheep.

Un pequeño chillido. Un ruido que había estado esperando desde hacía mucho. Había un pequeño ratón acurrucado debajo del mostrador. Su larga cola y sus ojos del color de la uva, a los ojos de Karan, brillaban como si estuviesen hechos de diamante.  Aquella criatura había sido un gran apoyo para ella cuando Sion había desaparecido y había creído que iba a caer en la desesperación, la soledad y la desesperanza.

Puso un pedazo de magdalena de queso en el suelo.

Gracias. Muchas gracias.

“Has vuelto.”

Una pequeña cápsula cayó en su mano. Era una carta de Sion. Le habían dicho que cuando pasase algo fuera de lo normal, un ratón negro la avisaría. Pero era un ratón marrón esa vez, al igual que la última. Sion seguía a salvo. Seguía vivo. Quizás hasta estuviese riéndose en ese preciso momento.

Sion.

Abrió la cápsula con los dedos temblorosos. Dentro había un trozo de papel doblado. En él, sólo había escrita una única línea.


Gracias mamá. Siempre te querré


Era todo lo que decía. Era la escritura de Sion, sin lugar a dudas. Era una carta suya, una que llevaba mucho tiempo esperando. Pero la inquietud se apoderó del corazón de Karan. Esto –

Gracias mamá. Siempre te querré.

Eran casi palabras de despedida. Como un último beso, un último abrazo, las últimas palabras.

Gracias mamá. Siempre te querré-

Adiós.

La última palabra, que no estaba escrita, no dejaba de darle vueltas por la cabeza.

Se levantó. No se encontraba bien. El techo y el suelo daban vueltas.

“¡Karan!”

“¡Señora!”

Escuchó como Lili y Yoming la llamaba desde lejos.

Sion, espera.

Extendió la mano, y gritó.

¿A dónde vas? ¿Qué piensas hacer? No me digas que – no irás a –

El Correccional.

No podía dejar de temblar. Karan estaba aturdida por el horror que había desencadenado lo que había hecho.

Le había dicho lo de Safu. Sion tenía intención de ayudarla a escapar. Era el tipo de chico que haría algo así. Era algo que Karan debería haber sabido que haría. Debería haberlo sabido mejor que nadie.

Su faceta de madre emergió con fuerza.

No debería habérselo dicho. De toda la gente que hay, no debería habérselo dicho a Sion.

No, Sion. No puedes ir. No puedes ser tú el que muera.

Espera, espera.

Cayó de rodillas. Delante suya estaba el pequeño ratón. Estaba sujetando el trozo de magdalena con las dos patas mientras lo mordisqueaba.

Nezumi –

La inseguridad pesaba en su pecho, y sentía como si le estuviesen retorciendo el corazón.

¿Dónde estás? ¿Estás con él? Si estás con el, no le dejes solo. Te lo suplico. Protégele. Protégele.

¡Nezumi!


El aire estaba cargado del olor de sangre, rechazo y sudor. Habían metido a la gente a puñados en un camión sin ventanas, tan apretados que no podían moverse apenas, mientras jadeaban en medio de ese olor a sangre, rechazo y sudor. No podía respirar. Hacía calor y humedad, y no había luz. Era como si no se les permitiese ni respirar.

Detrás de Sion, un hombre entrando en la vejez dio un grito ahogado. Después de respirar un poco con agitación, su cabeza se inclinó hacia delante. Sion podía notar como el cuerpo del hombre se convulsionaba repetidamente a través de su hombro, que tenía pegado con el del hombre.  Sion se las apañó para moverse lo suficiente hasta poder ponerle la mano delante de la boca al hombre.

“Nezumi,” dijo.

“¿Qué?”

“Este hombre – acaba de morir.”

“Ya veo,” respondió Nezumi “¿Le ha dado un ataque al corazón o algo de eso?”

“Puede ser,”

“Ya veo. Bueno, puede que haya tenido suerte al haber muerto tan pronto.”

Quizás poder morir allí era mejor que no poder. Las palabras de Nezumi no eran sarcásticas y bromeaban. Probablemente era la verdad.

Mientras Sion soportaba el peso del hombre muerto, se acordó del bebé – aquel pequeño bebé que había dejado escondido con el perro a la sombra de los escombros. ¿Sobreviviría el bebé?

“Lo más seguro es que Inukashi esté muy cabreado ahora mismo.” Se dibujó una sonrisa en los labios de Nezumi.

“¿Eh?”

“Seguro que está que echa chispas porque le has endorsado un bebé. Me lo puedo imaginar cogiendo al bebé en brazos y maldiciéndote.”

“Se encargará del bebé, ¿verdad?”

“Quién sabe. Estoy seguro de que ya le cuesta mantenerse a sí mismo y a sus perros. Aunque no creo que les dé el bebé para cenar tampoco.”

“Inukashi es amable,” dijo Sion con firmeza. “No abandonaría a un bebé que no puede valerse por sí mismo.”

“¿No lo haría?”

“No, porque le ha criado una madre compasiva.”

“Ya veo. Así que te estás aprovechando de su amabilidad para cargarle a él con el bebé, ¿eh?”

“Oh-bueno, supongo que visto así, sí. No me había dado cuenta.”

“Es difícil de imaginar algo así viniendo del señor Inocente, pero bueno. Los bebés y los cachorros son diferentes. Los humanos molestan diez veces más. Pobre Inukashi, va a tener que compartir la comida que tiene con el bebé de otra persona.”

“Me disculparé,” dijo Sion con simpleza.

“¿Qué?”

“Que le pediré perdón la próxima vez que le vea.”

Si es que vuelves a hacerlo, murmuró Nezumi encogiéndose de hombros.

“Pero, ¿cómo lo has sabido?” preguntó Sion. “¿Cómo has sabido que estaba pensando en el bebé?”

“Hemos estado juntos el tiempo suficiente para acabar hasta las narices el uno del otro. La mayor parte del tiempo puedo saberlo. Eres bastante fácil de leer, y – no-” Nezumi dejó de hablar de repente y se tocó el cuello. Eso no es verdad, murmuró. “No puedo leerte en absoluto.”

Entonces, escucharon sollozos ahogados que provenían de alguna parte. Era una voz débil, de mujer.

“Oh… oh… oh...”

Aquello fue el detonante para que más gente empezase a sollozar. Algunos sollozos pertenecían a mujeres, otro a hombres. Ninguno tenía la fuerza suficiente para levantar la voz y llorar angustiosamente. Presas de la desesperación, el cansancio y el miedo, sólo podían sollozar en un tono que apenas se escuchaba.

Al encogerse en el suelo abrazándose las rodillas, Sion notó como las lágrimas de la gente le mojaban.

Oh, oh, oh...
Oh, oh, oh...

Quería taparse los oídos, pero sabía que no podía. Y aunque pudiese, la humedad tocaría su piel. Penetraría en sus fosas nasales, calaría su pelo.

Oh, oh, oh...
Oh, oh, oh...

Nezumi levantó la barbilla y se movió un poco.

Se escuchó una canción. Una canción que Sion no había escuchado nunca.

En la cima de la montaña lejana, la nieve se está derrietiendo
Convirtiéndose en la corriente que da color al verde en el bosque de hayas
Los campos están llenos de flores
Y una doncella más hermosa aún que ellos
Hace un juramento de amor en el bosque de hayas
Oh joven
Moja tus pies en las aguas verdes
Y galopa hacía mí como un ciervo
Antes de que los pétalos caigan, ven y besa el cabello de la doncella

Era una voz extraña. Inukashi había dicho una vez que su canción era como el viento, y que se llevaba el alma igual que el viento se lleva los pétalos. Tenía razón – Sion podía sentir como la canción envolvía su corazón, y como llamaba a su alma. En aquel sitio en el que no existía la esperanza, durante un instante, habían florecido las flores, el agua había susurrado y los amantes habían brillado.

El sollozo cesó. La gente estaba hechizada por la canción.

Allí, en un sitio que era un infierno, habían escuchado una hermosa canción. Era como si hubiesen encontrado un milagro. Y quería decir que esas cosas podían pasar. Aunque nos hayan arrastrado hasta las profundidades del infierno, no significa que nos hayan arrebatado todas las cosas hermosas.

Nezumi tomó aire y tosió secamente.

“He cantando demasiado. No hay mucho aire aquí. Mi voz no va a durar mucho.”

“Es más que suficiente,” le tranquilizó Sion. “Es increíble… no sé como describirlo… es la primera vez que te oigo cantar.”

“Bueno, el sonido aquí no es que sea muy bueno. No hay orquesta y no hay focos. En el escenario habría estado mucho mejor.”

“Me encantaría escucharlo.”

“Entonces deja que te extienda una invitación. Asientos en el palco, los mejores. Deberías traer a Inukashi y al bebé también.”

“Lo haré. Seguro que hasta un bebé deja de llorar después de escucharte cantar.”

“Sion, era broma,” dijo Nezumi. “No te lo tomes en serio.”

“Eve.” Alguien levantó la voz en la oscuridad. “Canta para nosotros, Eve. No dejes de cantar.”

“Sí, Eve. Canta para nosotros.”

Sion le tocó el hombro a Nezumi.

“Todo el mundo quiere oírte cantar.”

“Ahora soy un esclavo, ¿no?”

“Puedes salvar a la gente cantando. Nezumi, eres increíble.” El propio Sion sabía lo estúpida que sonaba aquella alabanza. Estaba avergonzado. Pero era lo que pensaba.

Nezumi, eres increíble.

“Sion, no puedes salvar a la gente con cuentos o canciones,” dijo Nezumi con frialdad. “Sólo puedes conseguir que se olviden de su sufrimiento durante un rato. Pero eso es todo. NO pueden salvar a gente en el sentido real de la palabra.”

“Eve, cántanos ‘Todas las Cosas Brillantes’,” pidió la voz de una mujer.

“Tch,” murmuró Nezumi. “Si el manager se entera de que hasta en un sitio así tengo fans, seguro que se echa a llorar de la alegría.”

Canta para nosotros, Eve. En este momento, danos tu canción.

“Hemos atravesado las puertas,” murmuró Nezumi en voz baja para que sólo pudiese escucharle Sion. Entonces volvió a empezar a cantar suavemente. Aquella canción tenía un ritmo lento, y un toque melancólico.

Las perlas en el fondo del mar
Las estrellas del cielo nocturno
Y todo el amor que descansa en mi corazón
Te regalo todas las cosas brillantes
El mar se agita – las perlas desaparecen
El cielo se encapota – las estrellas desaparecen
Pero mi amor no cambiará
A través del tiempo
Las cosas que brillan eternamente son

El camión se detuvo. Dejó de cantar de inmediato y la atmósfera dentro del camión volvió a congelarse.

“Sion, ¿me oyes?” Susurró Nezumi. Su voz era pesada, completamente diferente a cuando había estado cantando. “Pase lo que pase, no te separes de mí.”

Sion asintió. Apretó los puños.

Pase lo que pase, no voy a dejarte.

Las puertas del camión se abrieron.

“Bajad del camión.”

La gente se bajó del camión, tal y como les habían dicho. Sion siguió a la multitud. Nezumi le dio un golpecito en las costillas.

“Eso es el Correccional. El lugar que ha hecho que les duela el pecho de la ansiedad.

Sion tragó saliva. Tragó y observó el edificio que tenía delante. Era un edificio de paredes blancas. Ese tipo de edificio, construido casi sin ninguna decoración y diseñado claramente dando prioridad a la eficiencia, era algo que Sion estaba acostumbrado a ver en No. 6.

Dejando a un lado el hecho de que no tenía casi ventanas, parecía un edificio perfectamente normal. Era más o menos de la misma altura que el Moondrop, y cuatro alas de dos plantas de altitud salían en diferentes direcciones, como si fuesen brazos. Aquellas extensiones eran inusuales, pero no algo que despidiese un aire opresivo.

Sion había esperado algo más horrendo. Había creído que sería algo tan horrendo, que ni siquiera podría mirarlo.

El Correccional, bañado en la luz rojiza del atardecer, podría pasar perfectamente por un hospital. A simple vista, tenía una apariencia estéril y funcional.

Estaba muy lejos de lo que había imaginado.

Aquello era el Correccional – donde estaba Safu.

“Esto es la parte de atrás del edificio,” dijo Nezumi. “Aunque la parte frontal no es muy diferente. Y bien, ¿qué te parece? Mucho más decente de lo que te habías imaginado, ¿verdad?”

“Mucho más decente,” accedió Sion. “Casi parece un edificio normal.”

“Sí. Puede que eso de ‘normal’ sea lo que más miedo da.”

Avanzad.”

La multitud avanzó. La fila se desordenó unos cuantos metros delante de Sion. Alguien se había caído. Un soldado se acercó, y arrastró a la persona fuera de la fila. Era una anciana, en vuelta en un chal harapiento. La tiraron al suelo como si fuese una muñeca de trapo.

“Nezumi, ¿qué le va a pasar?”

“No te preocupes por los problemas de los demás. No ibas a poder hacer nada aunque supieses que es lo que va a pasarle.”

Otra persona cayó. Era una mujer joven. Tenía la ropa destrozada, y cayó de rodillas, tapándose los pechos desnudos con las manos. Uno de los soldados salió de su perfecta alineación y la arrastró. Aquello no dejaba de repetirse detrás y delante de Sion.

¿Nos están clasificando?

Se le acumuló saliva dentro de la boca.

Nos encierran en un espacio reducido, tanto que no podemos respirar: nos confunden, hacen que nos desesperemos, que nos aterroricemos… y aún después de una experiencia tan brutal, ¿están seleccionando a los que aún pueden andar en línea recta?

“Sí,” asintió Nezumi. “Nos están clasificando. Se están deshaciendo de los que han muerto o se han debilitado durante el transporte.”

“¿Para qué nos clasifican?”

“No lo sé. Sigo sin saber que tienen pensado hacer con nosotros.”

“Que raro que no lo sepas, ¿eh? Aunque siempre pareces saber qué estoy pensando.”

“Increíble,” exclamó Nezumi con falsa sorpresa. “¡Y pensar que aún en estar condiciones puedes ser sarcástico! Muy impresionante. Digno de admirar, jovencito.”

“Me has entrenado tú – me he hecho más fuerte.”

“Pero la clasificación real está a punto de empezar.”

“A punto de empezar, ¿eh…?”

Caminaron con dificultad entre las ráfagas de viento. Varias personas cayeron y las sacaron de la fila.

Entre ellos estaban los que no se movían, los que temblaban de frío y los que gemían de dolor. Sin ninguna excepción, los arrastraban hacia el mismo punto.

¿Qué les va a pasar? ¿Qué va a pasar? ¿Qué va a pasar? No lo sé. Y aunque lo supiese, no podría hacer nada para evitarlo.

Sus emociones empezaron a entumecerse, empezando por las extremidades. Se estaba acostumbrando a la atrocidad. Ya no percibía los asesinatos brutales. Sus pensamientos se hicieron más lentos y confusos. La muerte de los otros ya no le afectaba.

Sion cogió por el brazo a Nezumi. Se aseguró de que podía sentir su cuerpo con los dedos.

Nezumi, mantenme tan humano como soy ahora.

“Puede que-” Nezumi bajó la mirada “-cambies.”

“¿Eh?”

“Aquí, en el Correccional, puede que cambies.”

“¿De qué estás hablando?”

“Puede que llegue el momento en el que por fin me de cuenta – de que no sé nada sobre ti.”

“Nezumi, ¿qué estás diciendo?”

Nezumi se quedó en silencio.

Les ordenaron parar delante de unas puertas negras.

“Empezad a entrar, empezando por los de delante. En silencio.”

Dividieron la fila en tres grupos, y el primer grupo desapareció al otro lado de la puerta. No se escuchó nada. Unos cuantos minutos después, la puerta de volvió a abrir.

“Siguiente.”

 Era el turno del grupo de Sion.

¿Vamos a entrar ahí?

Al interior del Correccional.

Se había preparado. Había tomado la decisión. Pero no podía evitar asustarse un poco. Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho.

“Era la única forma,” dijo Nezumi en voz baja, con la mirada fija al frente. “Era la única manera posible, Sion.”

“Nezumi…”

“Vamos.”

“Sí.”

Una ráfaga de viento pasó junto a ellos. Las puertas se abrieron a ambos lados.

“Eve,” gritó alguien desde atrás. “Canta. Canta-”

Un soldado disparó sin decir nada. Se escuchó el ruido sordo del cuerpo al caer al suelo. La voz se había interrumpido a mitad de frase, y el rugido del viento se hizo más fuerte.

Maldición.

Los labios de Nezumi se movieron para formar la palabra.

Maldición. Algún día…

“Avanzad.”

Detrás de la puerta había un mundo de oscuridad.

Estaba muy oscuro como para decir lo grande que era el sitio. Al igual que en el camión, habían metido mucha más gente de la que cabía dentro.

Las puertas se cerraron.

Sacudida. Toda la habitación empezó a temblar. Y empezó a moverse. Se estaban moviendo hacia abajo a una velocidad considerable.

“Un ascensor, ¿eh?” a Sion se le vino a la mente el plano del Correccional. El espacio vacío en el sótano. Allí vamos. Estamos bajando a ese sitio.

Estaban bajando. Bajando. Era como si estuviesen cayendo por un abismo.

Nezumi le deslizó el brazo por la cintura.

“Agárrate a mí. Pase lo que pase, no me sueltes.”

“Nezumi, ¿qué-?”

“Vamos a ir juntos al infierno.”

El brazo que tenía en la cintura apretó el agarre.

“Pero vamos a volver con vida. No lo olvides, Sion.”

“Por supuesto.”

El ascensor se detuvo. La oscuridad tembló.

“Vamos a caer.”

La voz de Nezumi resonó en un mundo teñido por la oscuridad.

3 comentarios:

  1. Arigatou me fascino por completo. T_T

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  2. Gracias! Otro tomo mas!

    Tengo que aclarar que no lei tooodos los capítulos en los que comente xD
    Los estoy copiando en mi Pc para despues pasarlo a mi celular y leerlo en cualquier lado o cuando tenga tiempo *w*

    Pero quiero agradecer ahora para no olvidarme xD

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  3. Agárrate a mí. Pase lo que pase, no me sueltes.”




    “Nezumi, ¿qué-?”




    “Vamos a ir juntos al infierno.”

    *-* Romantic moment <3

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