jueves, 24 de enero de 2013

Kuroko no Basket - Replace I - 5th G


Cuenta la leyenda que este blog nació para dar salida, principalmente, a No.6, aunque con el aluvión de entradas de Kuroko no Basket que estamos teniendo últimamente, que cuando no son character song son monólogos y cuando no la novela, nadie lo diría.

En cualquier caso, como cada jueves, le llega el turno a la novela. Con esta entrada prácticamente damos por finiquitada la novela de Replace I, ya que lo que nos queda es el Extra G que apenas son un par de páginas con un protagonista algo especial. Lo que sigo sin saber es qué va a pasar con Replace II, ya que aún no han sacado el 2nd G en inglés, y aunque llegue tardaré en traducirlo. Ya veremos si salgo con otro proyecto mientras tanto o qué.



5th G: ¡¡Horror!! ¡¡Tragedia en el refugio de montaña!!

Sal de la habitación, atraviesa el pasillo oscuro y baja las escaleras.

Y así, todo terminará.

Kagami Taiga aferró con fuerza la linterna y apretó los dientes. Afuera todo estaba completamente oscuro. Ni siquiera se podía ver la luz de la luna. Aunque así fuera, en aquel pasillo sin ventanas, lo único en lo que podría confiar era en la linterna que llevaba en su mano.

“¡Vamos, Kuroko!”

Llamando a su compañero, Kuroko Tetsuya, Kagami empujó la puerta. Abandonaron la habitación, que a juzgar por el olor a humedad parecía que no la habían ventilado en unos cuantos años, y se adentraron en el pasillo.

“Kagami-kun, esto es peligroso.”

“¿¡Eh!? ¿¡Dónde!?”

Escuchando a Kuroko, que andaba detrás de él, Kagami se detuvo y miró alrededor.

Eso fue un error fatal.

Inmediatamente se chocó con una pared.

Eso no podía ser. Había abierto la puerta y había entrado en el pasillo. Sólo había dado un par de pasos, así que no era posible que se hubiera topado con una pared.

En otras palabras...

El proceso mental le tomó 0,1 segundos. Aquel al que apodaban ‘Bakagami’ empezó a analizar rápidamente la situación actual. En cualquier caso, al mismo tiempo no pudo evitar confirmar qué era realmente el muro que tenía justo enfrente. Lo que se quedó grabado en su mente fue:

“¡¡AHHHHHHHHHHHHHHH!!”

Fue más que ensordecedor. Kagami gritó todo lo alto que le permitió su voz en aquel pasillo.

“¡Kagami-kun!”

Kuroko corrió directamente hacia él, sólo para ver la enorme figura de Kagami cayendo al suelo.

“Ha... H-H-Hay.... Hay un fantasma...”

Dijo Kagami tartamudeando mientras temblaba.

Después de pronunciar esas palabras, la consciencia de Kagami comenzó a hundirse en el oscuro e infinito abismo de la oscuridad.

“Kagami-kun, Kagami-kun...”

En aquel pasillo vacío, los ecos de la voz de Kuroko resonaban sin parar.

Volvamos media hora atrás.

Los integrantes del equipo de baloncesto del Instituto Seirin estaban descansando en el vestíbulo del albergue cuando escucharon el anuncio de su entrenadora, Aida Riko:

“¡Bien, ya es hora de que empiece la prueba de valor!”

“¿P-Prueba de valor?”

A Kagami le pilló por sorpresa.

“Exacto, ¡una prueba de valor!”

Afirmó Riko.

Viendo que aquella repentina noticia estaba asustando a los de primer año, Hyuuga, como capitán, continuó la explicación:

“Nuestro equipo tiene una tradición. La última actividad del entrenamiento especial de verano tiene que ser una prueba de valor. Esto se debe a que alguien propuso que al final del entrenamiento estaría bien que todos pudieran relajarse y jugar un poco.”

Hyuuga miró a Koganei, que empezó a reírse.

“Como este año hemos hecho entrenamientos especiales en la playa y en la montaña, decidimos que la prueba de valor se haría al final del entrenamiento en la montaña.”

“¡Y eso no es todo!”

“¿Mmmm?”

Riko le interrumpió.

“La prueba de valor del año pasado no salió bien del todo porque fue algo que surgió de repente. ¡Pero este año podéis estar tranquilos! He pensado en un buen sitio para hacerlo y ya lo tengo reservado.”

Riko hizo el signo de la victoria y dijo: “Ya está todo listo, sólo tenemos que ir allí.”

“Ya que la entrenadora lo ha pintado tan bien supongo que merecerá la pena ir a echarle un vistazo.”

“.......”

“¿Pasa algo, Kagami-kun?”

Al ver a Kagami tan callado, Kuroko le preguntó con curiosidad.

“Ah, n-no es nada.”

Kuroko se quedó extrañado al escuchar a Kagami tartamudeando.

“Bien, ya he preparado los números para el sorteo.. Venid a )cogerlos. Cuando cada uno tenga el suyo emprenderemos el camino hasta el lugar donde haremos la prueba.”

“¿El lugar?”

Esta vez la pregunta fue unánime.

El lugar elegido por Riko para hacer la prueba estaba a unos 30 minutos de ascenso por la montaña desde los alojamientos del equipo.

“E-Esto es...”

Al ver el edificio es estilo occidental que apareció de repente enfrente de ellos, todos se quedaron mudos.

En aquella oscura montaña, la linterna que llevaba Riko era la única fuente de luz. El edificio al que estaba iluminando tenía dos plantas y también una buena parcela de terreno. Probablemente llevaba mucho tiempo abandonado. Los muros exteriores estaban cubiertos por hiedras de modo que no podía verse su color original. Las baldosas del porche estaban completamente agrietadas.

Era el típico edificio del que bastaba con echar un vistazo para saber que nadie querría adentrarse en él.

“Bueno chicos, dentro de un momento iremos entrando siguiendo el orden de los números que habéis sacado antes. Después de entrar, seguid el pasillo central hasta que os encontréis con unas escaleras. Subid por ahí para llegar a la segunda planta.."

“¡Espera, espera, espera! ¡Un momento!”

“¿Qué pasa, Hyuuga-kun?”

“¡Cómo que ‘¿qué pasa?’! ¿¡Lo estás diciendo en serio!?”

“Por supuesto.”

Al oír a Hyuuga, Riko parpadeó.

“¡Ese edificio está en ruinas! ¿¡Es seguro entrar ahí!?”

“Tranquilo, tranquilo. Le he preguntado a los que llevan el albergue. Han dicho que no había ningún peligro.”

“Ningún peligro...”

Hyuuga miró de nuevo el edificio, quedándose sin palabras-

“Además, esta tarde he venido yo sola. No hay nada de lo que preocuparse.”

“¿Has venido tú sola?”

Al oír el tono serio de Riko, Hyuuga se quedó aún más sorprendido.

“El ambiente dentro de la casa es perfecto para la prueba de valor. ¡Podréis disfrutarlo como es debido! Bien, primero...”

Riko fue recogiendo los números del sorteo y utilizó la linterna para iluminarlos. Los resultados fueron los siguientes:

Primer equipo, Hyuuga y Kiyoshi.

Segundo equipo, Kagami y Kuroko.

Tercer equipo, Izuki y Mitobe.

Cuarto equipo, Koganei y Tsuchida.

Quinto equipo, Furihata, Kawahara y Fukuda.

“¡Perfecto, entonces Hyuuga-kun y Teppei serán los primeros en entrar! En cinco minutos entrará el equipo de Kuroko.”

Riko anunció el comienzo del juego. Su voz entusiasmada contrastaba enormemente con el ambiente que les rodeaba.

El grupo de Hyuuga entró en el edificio y la puerta principal se cerró de un portazo.

“Q-Qué realista....”

Con una expresión cada vez más tensa, Hyuuga usó la linterna para mirar cuidadosamente el entorno.

Aquel lugar parecía ser un gran recibidor. A la izquierda y a la derecha había sendos tramos de escaleras que conducían a la segunda planta. La lámpara que colgaba del techo estaba llena de telarañas. En el suelo se extendía una alfombra que cubría toda la sala. Cada paso que daban levantaba una nube de polvo.

El pasillo central que mencionó Riko probablemente fuera el que estaba entre los  dos tramos de escaleras, pero como no estaba recto no podían ver las escaleras por las que debían subir.

A juzgar por el tamaño del recibidor, parecía que llevaría su tiempo llegar al interior del edificio.

Hyuuga tragó saliva.

“Sea como sea, ¿vamos para allá?”

Se giró para mirar a su compañero, Kiyoshi. Una vez que se giró hacia él escuchó un lamento.

“¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!”

“¡¡AHHHHHHH!! ¿¡Q-Qué pasa, qué pasa!? ¿¡Estás bien, Hyuuga!?”

 Kiyoshi miró rápidamente a su alrededor. Como premio, Hyuuga le dio un golpe en la parte posterior de la cabeza.

“¿¡Qué estás haciendo, cabrón!?”

“¡Au! Hyuuga, ¿qué estás haciendo...?”

“¡Eso es lo que te he preguntado yo! ¿¡Qué estás haciendo!?”

“No estoy haciendo nada...”

Kiyoshi se frotaba la cabeza mientras se quitaba la máscara de payaso que llevaba puesta.

“Esto estaba por ahí tirado y me pareció graciosa, así que me la puse.”

El ‘ahí” que señalaba Kiyoshi era la pared que estaba pegada a la puerta. A decir verdad, había un montón de máscaras y demás artículos que podían usarse para disfrazarse de fantasma y esas cosas.

“Hyuuga, ¿quieres probártela tú? También hay máscaras de bufón y de máscaras de fantasma.”

“¡¡Serás idiota!!”

Al ver a Kiyoshi sonriendo, Hyuuga le dio un puñetazo en el estómago.

Cinco minutos después de que el grupo de Hyuuga se marchara, Kagami y Kuroko también entraron. Atravesaron el recibidor y se fueron directamente hacia el pasillo.

Kagami parecía no querer mirar nada y utilizaba la linterna para alumbrar una pequeña zona justo bajo sus pies.

“Kagami-kun, alumbra un poco más arriba también, por favor. Así nos será más fácil andar por aquí.”

Al escuchar la sugerencia de Kuroko, Kagami dio un respingo.

“Ah, oh... ¿¡En serio!? Vaya... ¡Yo pensaba que en este juegos lo importante era mirar bien donde pisas! Pero bueno, ya que has dicho que quieres que ilumine un poco más arriba te haré caso. Pero porque me lo has pedido tú, ¡eh!”

Kagami empezó a reírse de una manera muy forzada y levantó un poquito la linterna. Bajo su luz, los cuadros y las puertas del pasillo daban la impresión de estar flotando delante de ellos.

Kagami se estaba mordiendo los labios. Sacudió la cabeza y dijo en un tono deliberadamente alto.

“¡¡Y llaman a esto prueba de valor!! Simplemente está todo oscuro y un poco sucio, pero nada más. No es para tanto, ¡no señor!”

“Hoy estás muy hablador, Kagami-kun. No será que te dan miedo los fantasmas...”

“¡Q-Qué va hombre! ¡No digas chorradas!”

Kagami interrumpió a Kuroko antes de que pudiera terminar. De todos modos, su voz tembló ligeramente. Kuroko no lo mencionó y simplemente asintió con un “Vale.”

“¿Cómo iba a ser posible que Kagami-kun le tuviera miedo a los fantasmas?”

“¡Tonterías!”

“Eso sería...”

Después de eso, Kuroko se quedó callado.

Estuvieron en silencio un momento.

Luego comprobaría que aquello acabó siendo un terrible error.

“Mmmm, esas son las escaleras que llevan a la segunda planta, ¿no?”

En el pequeño área que iluminaba la linterna dejó ver unas escaleras. Kagami se giró hacia Kuroko y dijo: “Vamos allá“

“¿Eh? ¿Huh? ¿¡Kuroko!?”

No había nadie alrededor.

Kagami utilizó rápidamente la linterna para alumbrar en todas direcciones, pero no puedo encontrar a Kuroko.

“¡O-Oi! No empieces a hacer el tonto ahora...”

Kagami reunió todo su valor y gritó hacia la oscuridad.

Nadie contestó.

Tragó saliva, pero seguía teniendo la garganta seca como si hubiera estado corriendo durante horas. Kagami le decía a su corazón, que latía muy deprisa: “Cálmate, tienes que calmarte”. Ignoró su vista, que había empezado a nublarse, y en su lugar agudizó el oído.

De repente escuchó el ruido de una puerta al cerrarse.

Kagami dio un salto.

¡R-Relájate! Sólo era el ruido de una puerta al cerrarse. No te asustes... Oye, un momento, ¿quién habrá cerrado la puerta?

Aquella pregunta que flotaba en su mente  hacia que sintiera como si una mano gigante le estuviera apretando el corazón.

En ese instante...

“Kagami-kun...”

Kuroko, que había aparecido de repente en medio del haz de luz de la linterna, hizo que Kagami diera un grito enorme.

“¿Mmm? ¿Esa era la voz de Kagami?”

Izuki estaba a punto de abrir la puerta, pero cuando escuchó aquel grito cambió de idea.

Cinco minutos después de que se marchasen Kagami y Kuroko, era el turno de Izuki y Mitobe para entrar. Atravesaron el recibidor y ya estaban recorriendo el pasillo.

Mitobe miró al frente ligeramente preocupado. No sólo estaba completamente a oscuras, sino que el pasillo estaba hecho un desastre, por lo que era fácil acabar tropezando con todo lo que había por el medio.

Izuki le sonrió al preocupado Mitobe.

“Tranquilo. En este tipo de pruebas siempre es normal escuchar un grito o dos. Además, pese a que no lo parezca, a Hyuuga le dan mucho miedo los fantasmas. Quién sabe... quizá ese grito de ahora era suyo. Ah, pero estando con Kiyoshi no se limitaría sólo a gritar.”

Mitobe miró sorprendido a Izuki. Era la primera vez que oía que a Hyuuga le daban miedo los fantasmas. Aunque ahora que lo recordaba, el año anterior cuando dijeron que estaría bien hacer una prueba de valor, Hyuuga se opuso a más no poder.

“Llevo con Hyuuga desde que estábamos en secundaria. A mí siempre me han gustado las historias de miedo y muchas veces las acababa comentando con él. Después de eso, parece que le ha ido cogiendo miedo a esas historias y a los fantasmas.”

Izuki, el chico que le causó un trauma psicológico a Hyuuga con los fantasmas, siguió comentando despreocupadamente:

“Como casi nunca tenemos la oportunidad de hacer este tipo de pruebas, ¿quieres que compartamos algunas historias de miedo mientras avanzamos?”

Fue capaz incluso de proponer algo así. Mitobe movió su cabeza para declinar la oferta y recordó a otra persona a la que le gustaban también mucho ese tipo de temas: Koganei Shinji.

Pensaba que Koganei estaría disfrutando mucho con esta prueba de valor. Pero esperaba que tampoco lo disfrutase más de la cuenta y se dejase llevar... Mitobe continuó avanzando con su gesto intranquilo.

Un poco más atrás, Koganei no defraudó las expectativas de Mitobe y estaba divirtiéndose una barbaridad con la prueba de valor. La tan esperada prueba de valor. Además, esta vez se iba a realizar en un edificio de estilo occidental que había sido preparado por Riko con todo tipo de detalles. Y encima esta vez contaba con un compañero en el que se podía confiar al máximo.

“Si se quiere hablar de juegos de terror que tienen lugar en edificios de estilo occidental, es obligatorio hablar de Biohazard. La atmósfera en este sitio es muy parecida a la de los gráficos de ese juego.”

El que acompañaba a Koganei mientras este hablaba alegremente de juegos de miedo que habían sido populares era Tsuchida Satoshi.

“¿¡A que sí!? ¿¡A que tú piensas igual!? ¡¡Yo también lo creo!! Sobre todo en el primero, ¡la sensación era exactamente igual que esta! ¡Es genial que alguien me comprenda!”

Koganei rodeó con el brazo los hombros de Tsuchida mostrando un entusiasmo que no pegaba nada con el ambiente del lugar.

“Y además, ¡en este tipo de edificios la trama más normal sería que fuéramos desapareciendo todos de uno en uno!”

“¡Cierto, cierto! ¡Y que las puertas se abrieran y se cerrasen solas o que apareciera un zombi o algo así!”

Tsuchida también le pasó el brazo por encima de los hombros a Koganei de modo que parecían dos oficinistas volviendo a casa después de una reunión. En ese momento, por alguna razón, empezaron a saltar mientras daban vueltas.

“Y también veríamos caer un cadáver o algo justo delante de nosotros.”

“¡Y empezarían a desaparecer cosas!”

“¡Eso eso! Tsuchi, ¡eres mi alma gemela!”

“¡Tú también eres mi alma gemela, Koga!”

Los dos seguían con su extraño bailecito en medio de aquel pasillo oscuro.

“¿Eh? Huh... ¿es un terremoto?”

Furihata dejó de andar. Kawahara y Furihata también se detuvieron.

“Más que un terremoto parece... como si el suelo estuviera retumbando.”

Kawahara utilizó la linterna para alumbrar a su alrededor y comprobaron que el suelo era lo único que estaba temblando.

“De todos modos, este edificio tiene un montón de años, y estando tanta gente aquí dentro... quizá no pueda mantenerse en pie.”

Especuló Fukuda, sin pensar en ningún momento que aquello estaba siendo causado por el bailecito de dos de sus senpai. Los otros dos que le acompañaban asintieron al escuchar su especulación.

El trío, Furihata, Kawahara y Fukuda, ya llevaba un buen rato en aquel pasillo.

De todos modos, aún no alcanzaban a ver las escaleras al final del pasillo. Normalmente aquella distancia no habría supuesto nada para ellos, pero aquel día, suponía un pequeño examen para ellos.

La razón era muy simple: agujetas.

Como era el último día del entrenamiento especial en la montaña de Riko, los miembros del equipo usaron todas sus fuerzas en aquel último entrenamiento. Ninguno de los tres esperaba que hubiera una prueba de valor y ahora apenas eran capaces de arrastrarse paso a paso.

“Mi cuerpo ya no aguanta más...”

“El mío tampoco.”

“Ya que somos los últimos, vayamos despacito.”

“Bien pensado.”

Los tres asintieron y continuaron avanzando lentamente. Para ellos aquello no se trataba ya de una prueba de valor, sino de un desafío contra los límites de sus propios cuerpos.

En ese mismo momento, en el pasillo que se encontraba encima del dúo de baile de Koganei y Tsuchida, estaban Hyuuga y Kiyoshi.

“¿No escuchas nada raro...? Parece que viene mucho ruido de ahí abajo...”

Kiyoshi miró hacia sus pies.

“Serán ratas.”

Hyuuga contestó rápidamente y continuó avanzando. De todos modos, Kiyoshi le cogió de la mano.

“¿Q-Qué te pasa ahora?”

“Hyuuga...M-Me dan miedo las ratas.”

“¿¡Qué!?”

“Cuando era pequeño vi una película y en una de sus escenas un montón de ratas atacaban un pueblecito. A uno de los niños que estaban escapando le mordían en la pierna y...”

“¡AAAHHHHHHH! ¡Para! ¡Calla! ¡No sigas!”

Al ver a Hyuuga gritando mientras se tapaba las orejas, Kiyoshi dijo con una expresión muy seria: “Ves, ¿a que daba mucho miedo?”

“Por eso, desde aquel día, si noto que hay ratas cerca estoy tan asustado que no soy capaz ni de moverme.”

“¡Pues si que eres delicadito!”

Esta vez los gritos de Hyuuga hicieron que Kiyoshi se rascase la cabeza algo avergonzado.

“Me halaga que digas eso.”

“¡No era un cumplido!”

Hyuuga suspiró y se encogió de hombros, diciéndose a sí mismo: “No hay elección.”

“Descansemos aquí un momento. Cuando puedas moverte, continuamos.”

“Lo siento.”

“¡Si lo sientes de verdad empieza a moverte!”

“Ah, ¿así?”

Kiyoshi trató de obligar a sus piernas a que se movieran, pero era como si estuvieran pegadas al suelo. No se movieron en absoluto.

“¿Eh? Qué raro... Parece que hoy están bastante tercas...”

“En serio, quieres recuperarte ya. Aún no hemos encontrado ninguna habitación de las que habló Riko.”

La prueba de valor que Riko planeó consistía en lo siguiente.

Primero había que atravesar el pasillo y luego subir por las escaleras hasta el piso de arriba.

En el segundo piso había cinco habitaciones que tenían un papel pegado en la puerta. Tenían que entrar en alguna de ellas, coger la lata vacía de bebida energética que está dentro y volver a la entrada.

¡He pegado los papeles de manera que sean fáciles de encontrar! Aunque Riko dijera aquello, el grupo de Hyuuga aún no había sido capaz de encontrar ninguna de esas habitaciones.

De repente, Hyuuga sintió como si alguien les estuviera observando. Miro a su alrededor.

Por supuesto, no vio ni escuchó nada. Eso hizo que un pequeño escalofrío le recorriese la espalda.

Cuando estaba con Kiyoshi no se había dado cuenta porque estaba distraído ocupándose de sus idioteces, pero cuando reparó en que se encontraban en un edificio de estilo occidental, Hyuuga sintió como empezaba a aflorar el miedo en su interior. Especialmente en aquel momento en el que Kiyoshi estaba intentando resolver su pequeño problema y no hablaban entre ellos. Aquel silencio hacía que la atmósfera fuera aún más aterradora.

Creak... Creak...

Aquel sonido sorprendió a Hyuuga, que miró hacia el pasillo.

Una gota de sudor le cayó por la cara.

“Oh, ya puedo moverme. Perdona por hacerte esperar. Mmm... ¿Pasa algo?”

Preguntó curiosamente Kiyoshi al ver a Hyuuga alarmado. Usó la linterna para alumbrar justo delante de ellos.

Delante se extendía un pasillo muy largo.

“¿Qué pasa, Hyuuga?”

“Hace un momento, he oído algo extraño...”

Hyuuga miraba atentamente hacia el pasillo, intentando descubrir que era lo que había provocado ‘aquella cosa’.

“¿Algo extraño? No serán ratas, ¿¡verdad!?”

La cara de Kiyoshi empezó a ponerse pálida.

En un instante, ya estaba completamente blanco.

Creak... Creak...

Él también lo escuchó.

Finalmente, lo que estaba produciendo aquel ruido apareció delante de ellos.

Acercándose lentamente a ellos por el pasillo apareció...

Una solitaria silla de ruedas destartalada.

“¡¡AAAHHHHHHHHHHHHHHHH!!”

“¡¡SOCORRO AAAAHHHHHHHHHH!!”

Los dos echaron a correr mientras gritaban.

Dejando la silla de ruedas a sus espaldas, Hyuuga y Kiyoshi corrieron hacia el camino por el que habían venido. A medio camino, cuando pasaron por un cruce que habían ignorado en su momento, Hyuuga vio de repente que una de las puertas del pasillo de la derecha tenía un papel pegado.

“¡Kiyoshi!”

Llamó a Kiyoshi y se detuvo rápidamente para girar a la derecha y abrió la puerta que habían pasado por alto de un empujón.

Ambos se arrojaron por la puerta para entrar en la habitación.

Cerraron de un portazo y los dos apoyaron sus espaldas contra la puerta.

Tener la espalda pegada a una pared hacía que cualquiera se sintiera más seguro.

“¿Q-Qué ha sido eso...?”

Hyuuga tuvo que preguntarlo.

“Era una silla de ruedas, pero... ¿qué hacía una silla de ruedas en este sitio?”

“¿Y cómo quieres que lo sepa? ¿Se lo pregunto a un fantasma?”

Mientras estaba siendo regañado una vez más por Hyuugam, Kiyoshi se apretó las mejillas suavemente: “Tienes razón...”

“La razón más lógica sería que los últimos que vivieron aquí se olvidaran de llevársela cuando se fueron.”

“Kiyoshi, no me preocupa ‘qué era’. Lo que sí debería preocuparnos es ‘cómo se movía’, ¿¡no¡?”

Al escuchar lo que dijo Hyuuga, Kiyoshi soltó un ‘Mmmm’ y se quedó callado. Al ver que Kiyoshi estaba en silencio, Hyuuga empezó a hablar. Si no hablaban de algo en ese mismo momento, su corazón no sería capaz de soportarlo.

“Aunque en esta casa hubiera originalmente una silla de ruedas, la pregunta es cómo era capaz de moverse sola, ¿¡verdad!? Además, ¡iba justo derecha hacia nosotros! Y si iba alguien empujándola, ¿¡quién podría ser!? Somos el primer equipo, es decir, ¡no deberíamos tener a nadie por delante! ¡Y aún así nos encontramos aquella silla de ruedas delante de nosotros!”

Hyuuga se agarró la cabeza y se lamentó: “¿Qué está pasando aquí...?”

Kiyoshi le dio unas palmaditas en la espalda.

“¿Qué estás haciendo...?”

Hyuuga levantó la cabeza y miró de reojo a Kiyoshi.

“Hyuuga, ¡ya lo he entendido todo!”

Kiyoshi estaba rebosante de confianza y estaba dándole unas palmaditas en la espalda a Hyuuga para animarle.

“¿Lo has entendido...? ¿¡En serio!?”

Hyuuga se giró hacía él sorprendido. Kiyoshi asintió firmemente.

“Exactamente, ¡toda esta cadena de sucesos inexplicables sólo puede deberse a que...”

Kiyoshi se detuvo un momento antes de proseguir:

“...la persona que vivía aquí ha vuelto a por sus cosas!”

“.... ¿Eh?”

Hyuuga le respondió con un descorazonado ‘¿eh?’. Kiyoshi, que seguía alegremente a lo suyo, ni se enteró.

“Mira que olvidarse de la silla de ruedas... ¡Hay gente muy descuidada!”

“¡Cierra el pico! ¡En serio, quédate ahí quieto! ¡No te molestes ni en pensar!”

Hyuuga empezó a rodearse la cabeza con los brazos. Lamentaba profundamente estar en el mismo equipo de Kiyoshi.

“En serio, ¿¡por qué tienes que pasar tan desapercibido!?”

“Ahora que lo preguntas, la verdad es que no lo sé. Si tuviera que decir algo, probablemente sería por mi propia personalidad.”

“Uh...”

La tranquila respuesta de Kuroko dejó a Kagami a cuadros. En cualquier caso,  aquella inquietante sensación que tenía no se había disipado.

“¿P-Personalidad? ¿¡Y a mí qué más me da que sea tu personalidad!?”

Gritó Kagami imprudentemente mientras seguía andando ruidosamente por el pasillo. Habían llegado ya al segundo piso.

“Escucha, ¡de ahora en adelante no se te permite estar en silencio! ¡Cuéntame algo!”

En ese momento, Kagami estaba muy aprensivo. Permitir que Kuroko se quedase callado era muy peligroso. Enseguida dio con la solución.

Aunque aquello le extrañó a Kuroko.

“¿Algo? ¿Como qué?”

“Pues cuéntame... ¡cualquier cosa servirá!”

“Cualquier cosa...”

Kuroko pensó en silencio durante unos momentos (tiempo en el que Kagami le seguía presionando ‘¡Te estoy esperando!’) hasta que dijo: “Entonces hablaremos de ello.”

“Fue un incidente que pasó cuando estaba en primaria.”

“Oh, vale. ¿Cómo eras cuando estabas en primaria?”

“Era normal.”

“Bueno, querría ver yo ese ‘normal’...”

Kagami intentó imaginarse a Kuroko cuando estaba en primaria, pero antes de que pudiera terminar la imagen mental, Kuroko siguió hablando:

“Cerca de mi colegio había unas escaleras de piedras muy altas. Esta historia me la contó mi compañero de clase, Makifuji-kun. Por la noche, después de clase, Makifuji estaba bajando un tramo de aquellas escaleras cuando se encontró a una mujer de pelo largo que subía. Al principio Makifuji-kun no le prestó atención, pero cuando ambos se rozaron en el hombro al cruzarse, notó que había algo raro. Hacía un día de verano estupendo, pero aquella mujer llevaba una chaqueta de manga larga y hasta una mascarilla. Esto hizo que Makifuji-kun se fijase en ella y mirase atrás. Pero la mujer apareció de alguna manera delantesuya de nuevo, y se quitó la mascarilla mientras decía... ‘¿Soy guapa?’”

“¡¡Kurokoooooo!!”

Al oír el gemido lastimero de Kagami, Kuroko se quedó algo aturdido.

“¿Qué pasa?”

“¿¡Y encima me lo preguntas!? ¡Me estás contando historias de miedo!”

“Creí que era algo que pegaba con este ambiente.”

“¡Y una mierda le pega!”

“Kagami-kun, fuiste tú quien me pidió que contase algo.”

Kuroko no pudo evitar encogerse de hombros, pero de repente su expresión se volvió seria.

“¿Qué es eso?”

Kuroko señaló justo delante.

“¿Qué?”

Kagami miró con atención al frente y se quedó helado.

Kuroko estaba señalando hacia la oscuridad.

Entonces, en medio de aquella oscuridad insondable, surgió una pequeña luz roja que flotaba erráticamente.

No era la luz de una linterna.

De repente, una bola de fuego rojo surgió de la oscuridad.

“¿¡E-Es un espíritu de fuego!?”

Kagami cayó al suelo como un saco de patatas. Estaba temblando mientras trataba de recular como podía desde el suelo. Kuroko cogió la linterna que había soltado Kagami, e hizo algo a lo que Kagami no podía dar crédito.

Miró sin parpadear al espíritu de fuego y dio un paso al frente.

“Kagami-kun, vamos a echar un vistazo.”

“¿¡Q-Q-Qué!?”

“Es raro encontrarse con un espíritu de fuego. Vamos a mirar.”

“¿¡¡QUÉ!!?”

A Kagami nunca le había parecido que las acciones de Kuroko pudieran tener menos sentido.

Sin saber cuanto tiempo llevaban sentados en aquella habitación, Hyuuga y Kiyoshi al fin se tranquilizaron y empezaron a buscar por toda la habitación. Estaban buscando la lata vacía que había colocado previamente Riko.

La habitación en la que se encontraban parecia haber sido en su día un cuarto para invitados. Había unos cuantos sofás raídos y también mesas auxiliares y un montón de objetos de uso cotidiano.

“Ah, ya podemos volver.”

Hyuuga encontró la lata encima de un armarito que había al lado de la ventana. La lata tenía escrito ‘Pack económico 1kg’.

“¿Mmm?”

Una vez que cogió la lata, Hyuuga arrugó el ceño.

“¿Qué pasa?”

“Parece que hay algo aqui dentro...”

Hyuuga agitó la lata, escuchó un momento y abrió la tapa.

Lo que salió disparado de la lata era...

“¡¡AHHHHHHHHHHHHH!!”

Cuando pudo ver lo que salió disparado de la lata gracias a la luz de la linterna, Kiyoshi gritó y salió corriendo.

“¡Oi, Kiyoshi!”

Ignorando los gritos de Hyuuga, Kiyoshi salió corriendo de la habitación.

Hyuuga recogió la linterna que había caído al suelo y salió enseguida detrás de él. Pero en cualquier caso, había desaparecido sin dejar rastro.

“¿No había dicho que no podía moverse? ¡Pues joder como corre...!”

Hyuuga se quedó allí parado y miró el interior de la lata que llevaba en la mano.

Dentro de la lata había una rata de peluche que se movía sujeta con un muelle a la tapa.

Kuroko llevaba la linterna y caminaba delante mientras Kagami le seguía escondiéndose detrás de él.

Aunque Kagami no fuera capaz de creerlo, los pasos de Kuroko avanzaban sin dudar un instante.

“Oye, creo que sería mejor que no fuéramos. De todos modos, el espíritu de fuego ya ha desaparecido.”

Kagami tenía razón. Delante de ellos ya sólo podía verse una oscuridad completa.

Pero Kuroko negó con la cabeza y respondió mientras seguía avanzando:

“¿No te gustaría ver qué clase de lugar es este para tener un espíritu de fuego?”

“¿-Es por eso? Pues no, no quiero saberlo...”

Aunque Kagami endureció el gesto en su cara y esgrimió varios motivos para negarse a continuar, la realidad es que no pudo detener a Kuroko, que seguía avanzando.

Cuando Kagami ya estaba preparado para recibir la maldición del espíritu de fuego, Kuroko se detuvo de repente.

“¿Es esta una de las habitaciones que dijo la entrenadora?”

“¿Ah?”

La luz de la linterna les dejo ver una habitación que tenía un papelito pegado en la puerta.

“Ah, mmmm. Eso parece.”

“Aunque tengo curiosidad por encontrar al espíritu de fuego, lo mejor será completar la misión.”

“¡E-Eso es!”

Para Kagami, aquellas palabras finales fueron su salvación. Ahora la tarea más urgente era evitar que Kuroko siguiera con la idea de continuar buscando al espíritu de fuego.

Kuroko alargó la mano y asió el pomo de la puerta.

Después de un rato, aún no había abierto la puerta.

“¿Pasa algo, Kuroko?”

Kagami le preguntó impacientemente, pero Kuroko puso la mano detrás de su oreja, como si intentase escuchar algo.

“¿Oyes algo?”

“¿Eh?”

Kagami se quedó sorprendido. En realidad, había ignorado intencionadamente todos los ruidos, pero después de que Kuroko le dijera eso, empezó a prestar atención... y finalmente lo escuchó.

“Es... es un teléfono.”

Kuroko dirigió el haz de luz hacia el pasillo. Allí había un pequeño mueble que tenía un teléfono negro encima.

El sonido estaba saliendo de aquel teléfono.

Dentro de aquel edificio de estilo occidental, el sonido del teléfono hacia eco por todo el lugar, rompiendo el silencio, como si les estuviera invitando a que descolgasen.

“¿P-Por qué...”

Kagami comenzó la pregunta con la voz quebrada, pero no pudo terminar la frase entera.

“Así que aún llega la línea a un sitio como este. Qué curioso...”

Kuroko ladeó la cabeza ligeramente y se dispuso a acercarse al teléfono para verlo mejor. En cualquier caso, Kagami le sujetó de la mano.

“¿¡K-K-Kuroko!? ¿¡Qué estás tramando!?”

“¿A qué te refieres con qué estoy tramando? Si suena el teléfono, lo normal es atender la llamada.”

“¡N-No bromees! ¿¡Cómo que atender la llamada!? ¿¡Quieres que te caiga una maldición!?”

Mirando la expresión tan seria que tenía Kagami, Kuroko frunció el ceño, suspiró ligeramente y dijo “Pero...”

Como si estuviera esperando a que se decidieran, el teléfono continuaba sonando.

Por el otro lado, Hyuuga seguía buscando al desaparecido Kiyoshi, pero en lugar de eso se encontró con alguien más.

“¿I-Izuki? ¿Mitobe?”

Haber podido encontrar a alguien del equipo en el cruce en forma de T de la seguna planta hizo que Hyuuga suspirase aliviado.

Tuvo suerte de encontrarlos allí. Si hubiera tenido que pasar por otro de esos sucesos paranormales, Hyuuga estaría preocupado de llevar la desgracia al resto de sus compañeros de clase.

Por supuesto, nunca lo diría en voz alta.

“¿Hyuuga? ¿Kiyoshi no está contigo?”

Izuki y Mitobe también de sorprendieron con aquel encuentro.

“Kiyoshi... desapareció de repente, así que le estoy buscando. ¿Le habéis visto?”

Al escuchar lo que dijo Hyuuga, Mitobe e Izuki se miraron el uno al otro y negaron con la cabeza.

“No le hemos visto. Después de subir las escaleras, vinimos rápidamente por esta bifurcación y no nos hemos cruzado con nadie. Y hablando de ello, ¿cómo ha podido perderse?”

Después de que Izuki hablase, Mitobe asintió con la cabeza con un gesto preocupado.

“Es una historia muy larga...”

Hyuuga suspiró. Cuando estaba pensando por donde podría empezar, escuchó de repente un ruido extraño. No, no era extraño... de hecho, era algo que solía escuchar.

 ¿Qué podría ser?

Hyuuga miró en dirección al sonido y se quedó de piedra.

“¿Pasa algo, Hyuuga?”

Al ver que Hyuuga se había quedado callado de repente y miraba fijamente al pasillo que se abría delante de él, Izuki y Mitobe también empezaron a ponerse nerviosos. Los labios de Hyuuga estaban temblando y señaló tambaleante enfrente de él.

Mitobe e Izuki estaban algo sorprendidos y giraron sus cabezas hacia el lugar donde estaba señalando Hyuuga. Aquella escena que vieron, hizo que los tres se quedasen en estado de shock.

“¡E-Eso es...!”

Izuki abrió los ojos como platos mientras Mitobe pensaba en silencio. Era increíble.

En la oscuridad flotaba una llama con tonalidades blancas y verdes.

“¡Un espíritu de fuego...!”

De todos modos, aquello no fue todo. De repente Izuki se dio cuenta de que algo no iba bien y miró a su alrededor.

Las tablas del suelo estaban crujiendo como si alguien las estuviera sacudiendo.

“Pero qué...”

Izuki miró intranquilo.

Y entonces lo escuchó:

Fue un ruido devastador. No, más bien fue algo ensordecedor.

El sonido de las tablas del suelo separándose. El sonido de trozos de caliza cayendo. Y una nube de polvo que parecía envolverlo todo.

Lo que pasó en realidad- nadie lo sabe.

Esto se debe a que antes de que tuvieran tiempo para confirmar algo, Hyuuga y los demás salieron corriendo como alma que lleva el diablo mientras gritaban.

En ese mismo momento, Koganei y Tsuchida, que iban tarareando mientras subían las escaleras que llevaban al segundo piso, escucharon el ruido y se miraron el uno al otro.

“Tsuchi, ¿has oído eso?”

“Mmm, era un ruido muy fuerte...”

La cara de Koganei se tensó mientras tragaba saliva.

“¿¡Podría ser... la batalla del fin del mundo!?”

“¡O el impacto de un meteorito!”

“Sonó como ‘boom boom boom’. ¡Esto cada vez se pone más interesante!”

Se dieron unas palmaditas en la espalda el uno al otro y empezaron a reírse con entusiasmo. Los dos seguían disfrutando a tope la prueba de valor.

En ese momento, ambos escucharon algo más.

Era el sonido de algo que venía corriendo y además gritando.

El sonido de las pisadas se acercaba a ellos, y finalmente el que apareció ante la luz de su linterna era:

“¡¡Senpaiiii!!”

Era el grupo de Furihata.

“Eh, ¿qué pasa?”

Los tres parecían estar a punto de empezar a llorar, y corrieron hacia ellos para sujetarlos y evitar que se marchasen.

“¿Eh?”

Kognaei y Tsuchida estaban sorprendidos. Los otros tres trataron de explicarles rápidamente.

“¡Apareció de repente!”

“¡Un ‘boom’ sonó justo encima de nosotros!”

“¡Ha sido un golpe fortísimo! ¡Y pudimos escuchar una voz!”

“¡Decía ‘ayuda, ayuda’! ¡Seguro que se trata de algún espíritu que vaga por este mundo!”

El bombardeo al que los sometieron los tres hacía que todo pareciera desastroso. Koganei y Tsuchida se quedaron congelados en medio de algún tipo de bailecito extraño. De todos modos, cuando escucharon lo de ‘espíritu ligado a este mundo’, la reacción de ambos fue inmediata.

“Tsuchi...”

“¡Mmmm!”

Koganei y Tsuchida intercambiaron miradas y asintieron.

“¡¡Eso tenemos que verlo!!”

Los dos se habían cogido las manos mientras estaban tremendamente emocionados. Viendo el panorama, los tres novatos se quedaron sin poder articular palabra alguna.

-

La que planificó la prueba de valor, Aida Riko, estaba andando por el pasillo del primer piso.

Después de esperar un buen rato, aún no había salido nadie del edificio. Para matar el tiempo, Riko había dado una vuelta al edificio, pero seguían sin salir. El repelente para insectos ya se había agotado, así que no le quedó más remedio que entrar a investigar.

“En serio, ni siquiera se han parado a pensar en lo aburrido que es esperar aquí yo sola.”

Se quejaba mientras avanzaba a grandes pasos con una linterna en sus manos.

Pero enseguida, esos pasos decididos se detuvieron.

“¿¡Y esto qué es!?”

En medio del pasillo, justo delante de ella, había una pila de tablones de madera y trozos de caliza. Riko dirigió la luz hacia el techo, viendo un agujero enorme. Parece que alguien había pisado en una zona en la que las tablas del suelo empezaban a pudrirse.

“Cuando vine esta tarde aún estaban bien...”

Riko miraba al montón de escombros. Entonces, de repente, recobró la razón.

“Hey, ¿¡hay alguien por ahí!?”

Dado que aquello fue causado por alguien al pisar, existía la posibilidad de que esa misma persona pudiera haber caído. Riko gritó en dirección a la pila de escombros:

“¿¡Hyuuga-kun!? ¿¡Teppei!? ¡¡Hey!! ¡Si hay alguien, que diga algo!”

“Eh, ¿entrenadora?”

“¿Mm?”

Al ver que la voz no venía del montón de escombros, Riko levantó la cabeza. Vio a Koganei y Tsuchida y al grupo de novatos, que estaban al otro lado de los escombros mirándola.

“¿No ibas a esperar fuera? Y hablando del tema, ¿qué es esto?”

Dijo Koganei señalando los escombros con una mirada de incredulidad.

Riko contestó preocupada.

“¡Parece que alguien se ha caído por ahí!”

“¿¡Qué!?”

Gritó Koganei sorprendido.

Entonces, Furihata entró en estado:

“No, ¡esto es obra del espíritu!”

“¿¡Qué!?”

Esta vez era Riko la que estaba sorprendida.

“Hey chicos, ¿¡no escucháis algo!?”

Dijo Fukuda señalando a los escombros.

Todos empezaron a escuchar atentamente.

Entonces...

“......Ayuda....Ayudadme......”

Era como había dicho el grupo de novatos. El gemido lastimero venía del montón de escombros.

“¡¡Mirad, es verdad!!”

El grupo de novatos retrocedieron enseguida asustados y se escondieron detrás de Tsuchida y Koganei.

“¿Es realmente un espíritu?”

Al enfrentarse a un fenómeno paranormal como aquel, hasta Koganei empezaba a estar un poco nervioso.

“Entrenadora, ¿tú qué crees?”

Koganei miró a Riko sin esperar que incluso ella, que no le tenía miedo a nada, empezara a ponerse blanca.

“Imposible... ¿¡No será qué...!? ¡Pero cómo podría...!”

-

Regresemos al momento en el que Riko entró en el edificio.

El edificio entero estaba retumbando por el temblor. Por eso, Kagami no pudo reaccionar de otro modo - utilizó su fuerza explosiva de la que estaba tan orgulloso para coger a Kuroko y entrar en la habitación señalada por Riko.

Después de cerrar la puerta detrás de él, aguantó la respiración y escuchó. El misterioso temblor ya había parado. Además, el extraño timbre del teléfono también se había detenido.

Kagami soltó un suspiro enorme.

“Una detrás de otra, ¿¡pero qué pasa aquí!?”

“Ah, la encontré.”

“¿¡Qué!?”

“Esto.” Kagami, que estaba a punto de volver a salir corriendo, vio a Kuroko sosteniendo una lata vacía en la mano.

“Si llevamos esto a la entrada, habremos terminado con la prueba de valor.”

Kagami gruñió al escuchar el tono calmado de Kuroko:

“En serio... no sé si es que eres muy valiente o es que tienes horchata en las venas.”

“¿Eso crees?”

Kuroko no lo entendía. Le pasó la linterna a Kagami, él llevaría la lata vacía.

Kagami respiró hondo, como si quisiera descargar la tensión que llevaba encima.

A decir verdad, aún no se atrevía a salir de aquella habitación. Pero después de encontrar la lata, el deseo de abandonar aquel edificio cuanto antes prevalecía sobre cualquiera de sus miedos.

Kagami cogió con fuerza la linterna.

“Kuroko, ¡nos vamos...!”

Giró el pomo de la puerta con fuerza y avanzó rápidamente por el pasillo.

“Kagami-kun, esto es peligroso.”

“¿¡Eh!? ¿¡Dónde!?”

Al escuchar a Kuroko, Kagami se giró para preguntar. Como resultado de ello, se chocó contra un muro.

Debería estar en el pasillo, así que ¿cómo podría haberse topado con un ‘muro’?  Pensando en ello, Kagami se quedó de piedra.

Su cara se congeló mientras se giraba despacito para mirar en dirección al pasillo. Entonces lo vio.

“¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!”

Aquel grito fue tan agudo que resonó por todo el pasillo.

“¡Kagami-kun!”

Kuroko corrió directamente hacia él, sólo para ver la enorme figura de Kagami cayendo al suelo.

“Ha... H-H-Hay.... Hay un fantasma...”

Dijo Kagami tartamudeando mientras temblaba.

Después de pronunciar esas palabras, la consciencia de Kagami comenzó a hundirse en el oscuro e infinito abismo de la oscuridad.

“Kagami-kun, Kagami-kun...”

En aquel pasillo vacío, los ecos de la voz de Kuroko resonaban sin parar.

-

Un rato después, todo el equipo de baloncesto del instituto Seirin a excepción de Kagami, Kuroko y Kiyoshi, estaban reunidos en el recibidor del edificio.

La primera frase de Riko fue la siguiente:

“¿¡Qué es eso de espíritus y mansiones embrujadas que me estáis contando!?”

Se cruzó de brazos y miraba al grupo desconcertada.

“¡Pues lo que oyes! ¡Es verdad!”

Al escuchar lo que dijo Hyuuga, Izuki asintió.

“Riko, este mundo tiene un montón de sucesos que no tienen explicación.”

“¿Cómo qué?”

Riko miró a Hyuuga con recelo.

“Como todo lo que ha pasado esta noche. Cuando Kiyoshi y yo estábamos explorando uno de los pasillos, vimos aparecer una silla de ruedas de repente que se dirigía hacia nosotros.”

“Ah, eso fui yo.”

“¿¡Qué!?”

Aquella voz hizo que Hyuuga saltase sorprendido.

Después de eso, al poder ver bien la figura que estaba saliendo de las sombras, abrió los ojos.

“E-Eres...”

Saliendo de las sombras que estaban detrás de Riko, estaba su padre. Por alguna razón, su cuerpo estaba cubierto de polvo; incluso tenía la ropa echa jirones.

“Papá, ¿puedes andar?”

Al escuchar la voz preocupada de Riko, su padre sonrió despreocupado.

“Tranquila, no soy tan débil.”

“¿P-Por qué estás aquí?”

La entrada por sorpresa del padre de Riko hizo que Hyuuga se quedase petrificado. Koganei explicó en voz baja.

“El padre de la entrenadora parecía estar preocupado por la entrenadora, así que vino un día antes para recogerla.”

Era un padre sobreprotector. Una vez que finalizaba su trabajo, acudía al albergue a visitar a su hija. Quien iba a decir que en vez de encontrar a su preciosa hija escucharía a los del albergue comentar que había seguido a un grupo de chicos hasta un edificio abandonado cercano para hacer una prueba de valor.

Si su hija se asustara en medio de la prueba y alguien intentase aprovecharse de ella, ¡su deber como padre era matar a esa persona! Así, el padre de Riko se infiltró en el edificio. De todos modos, aunque consiguiera entrar sin ser visto, tenía demasiada energía, así que acabó rompiendo el suelo del segundo piso y cayó por el agujero resultante. Por suerte no había sufrido ninguna herida de consideración, podría considerar casi un milagro. Ahora mismo, el padre de Riko estaba tranquilamente de pie con los brazos cruzados delante de Hyuuga y los demás.

“Papá, ¿cómo es que estás relacionado con lo de la silla de ruedas?”

Al escuchar la pregunta de Riko, se rascó la barba y dijo:

“Cuando llegué a la segunda planta me pareció que le había dado una patada a algo. Mmmm, parece que era aquella silla de ruedas.”

“¿En otras palabras, el equipo de Hyuuga se asustó porque le diste una patada a una silla de ruedas?”

Riko miró soprendida a Hyuuga. La manera en la que le estaba mirando parecía decir: “Sois todos unos patanes.”

De todos modos, aquello no era lo único por lo que habían pasado Hyuuga y los demás.

“P-Pero... ¡yo vi un espíritu de fuego!”

“Mmm, yo también lo vi.”

Añadió Izuki, e incluso Mitobe asintió con la cabeza para apoyarles.

“¡Había una luz de tonos blancos y verdosos... flotando en el aire!”

“Yo también vi un espíritu de fuego.”

“¿¡En serio!? Eh... ¿¡Kuroko!?”

Aquella voz que irrumpió de repente hizo que Koganei mirase detrás asustado. Kuroko había aparecido por el pasillo sin que se dieran cuenta.

“El que yo vi era rojo.”

Dijo Kuroko mientras seguía caminando. A su lado estaba Kiyoshi.

“Un espíritu de fuego, ¿huh? ¡Aunque suene terrorífico me gustaría verlo a mí también!”

Dijo tranquilamente Kiyoshi. El padre de Riko continuó:

“Ese también era yo.”

“¿¡Qué!?”

Era otra respuesta inesperada. Todos miraron al padre de Riko.

“Mientras estaba por aquí perdí el móvil. Quería encontrarlo pero no podía ver nada. Al final no me quedó más remedio que encender una cerilla para buscarlo.”

“¿Una cerilla...? Pero el espíritu que vimos nosotros no era de ese color. Era blanco y verde.”

Al escuchar la réplica de Hyuuga, el padre de Riko sacó su móvil y dijo:

“Entonces debería ser esto.”

Abrió su móvil y la pantalla LCD se encendió.

“¡Ese sonido! Así que era el sonido del móvil al abrirse...”

Hyuuga recordaba haber oído ese sonido en algún lugar, pero no esperaba que en realidad se tratara del sonido de un móvil, algo que escuchaban continuamente en sus vidas cotidianas. En circunstancias normales habría sido capaz de darse cuenta al instante, pero en aquel momento, no se dio cuenta en absoluto... Estaba un poco confundido.

El padre de Riko se rascaba despreocupadamente la cabeza y miró al grupo de chicos.

“Hablando del tema, ¿habéis visto mi móvil?”

“Lo tienes en la mano.”

Al escuchar lo que dijo Riko, negó con la cabeza.

“Este es mi móvil del trabajo. Mi teléfono personal debe seguir aún en algún lugar del segundo piso. He intentado llamarme a mí mismo unas cuantas veces. No esperaba caerme hasta la primera planta desde allí.”

“El tono de ese móvil... ¿podría ser parecido al timbre de un teléfono normal?”

Al escuchar la pregunta de Kuroko, el padre de Riko asintió y dijo: “Oh, ¿cómo lo sabes?”

“¿Has visto mi móvil?”

“No, pero he escuchado como sonaba cerca. Debe estar cerca de donde encendiste la cerilla.”

“Ah, por ahí...  Seguro que alguien tan observador podría verlo enseguida.”

El padre de Riko suspiró y relajó la expresión de su rostro, pero al siguiente momento se puso serio de nuevo.

“Hey, ¿quien es ese que está ahí tirado en el suelo?”

“Es Kagami-kun.”

Era cierto, el que estaba en el suelo, a los pies de Kuroko, era Kagami.

“Yo también estabaa punto de preguntar. ¿Qué le ha pasado a Kagami-kun? Kuroko-kun, le has traído a rastras, ¿no? ¿Se quedó dormido?”

Riko miraba sorprendida a Kagami, que estaba en el suelo tirado.

“Ah, eso es mi culpa.”

El que dijo esto mientras se rascaba la cabeza era Kiyoshi.

“Estaba corriendo por ahí y sin luz cuando Kagami salió corriendo de una de las habitaciones y se chocó conmigo. Después de eso, se desmayó.”

Kiyoshi se rió como si dijera: ‘En serio, qué mala suerte...’

“¿Se desmayó después de chocarse contigo? ¿Cómo fue eso?”

Riko estaba desconcertada. Kiyoshi se rió avergonzado y dijo:

“Bueno... estaba preocupado por si me atacaban las ratas, así que me puse esto para contraatacar.”

Kiyoshi cogió la máscara que llevaba detrás de la cabeza y se la puso en la cara.

Era una máscara de fantasma. Parecía que llevaba la máscara desde que entraron en el edificio. Hyuuga sintió lástima por Kagami.

Después de oír las experiencias de cada uno, Riko se puso la mano en la frente y movió la cabeza, sintiéndose completamente impotente.

“Sois increíbles. Ya estáis en el instituto y seguís teniendo miedo de los fantasmas. Menos mal que el que se cayó desde el segundo piso no érais ninguno de vosotros.”

“Hey, ¿significa eso que no pasa nada si el que se cae y se hace daño soy yo?”

Dijo el padre de Riko.

“No he dicho que no pase nada, pero no sería nada positivo que alguien se lesionara al final de un entrenamiento especial. De todos modos, aún estamos en medio del entrenamiento. ¿Qué clase de padre vendría un día antes para llevarse a alguien a casa?”

“¡Pues yo soy esa clase de padre! ¿¡Qué hay de malo en preocuparse por tu hija!? ¡Estaba preocupado de que te asustaras tanto con la prueba de valor que apenas fueras capaz de gritar!”

Al escuchar las palabras de su padre, Riko contestó:

“¿Cómo es posible que gritase en la prueba de valor? No tenías por qué preocuparte por eso. Yo estaba fuera, esperando.”

“¿¡Fuera!? ¿¡Tú sola!?”

Gritó el padre de Riko mientras miraba a los chicos del equipo de baloncesto.

“Chavales... Realmente os habéis atrevido a dejar a mi hija esperando aquí sola...”

-

Como si estuviera volviendo a flote después de haberse sumergido, Kagami fue recuperando la consciencia poco a poco.

“¡H-Hay un fantasma!”

Se puso en pie de un salto y miró a su alrededor.

“Eh, huh, ¿esto es...?”

La escena que tenía justo delante de él era la siguiente:

Riko estaba sentada sin poder hacer nada. Por otro lado, los integrantes del equipo de baloncesto del instituto Seirin habían sido obligados a estar de rodillas durante un largo tiempo. Enfrente de ellos, el padre de Riko estaba echando humo sin parar, como si fuera un volcán.

Kagami se quedó de piedra.

“.........Es un demonio.”

 Hasta que la cólera de aquel demonio remitiera, no llegaría el final de aquel entrenamiento especial en la montaña.

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